¡Pandemia!


Hoy he llegado a casa con este careto y no, no es que vaya de ninjaaaa, sino que ha llegado una circular de la empresa con estrictas y detalladas normas para la prevención de la gripe porcina, ya que debido al brote de Kansai han tenido que cerrar muchas escuelas en Kobe y Osaka y temen que se propague a Tokio. Teniendo en cuenta la densidad de población en Tokio y las aglomeraciones en trenes y demás, la verdad es que estas normas sanitarias no parecen descabelladas.

El problema es que cuando llevas 10 horitas pegada al ordenador trabajando intensivamente porque quieres acabar el proyecto encomendado en tiempo récord (ayer fueron 12 y media), digamos que uno se vuelve más susceptible a ciertas cuestiones como la diplomacia. Entonces ocurre que cierto individuo te ofrece toda la charla de la pandemia con un tono sobradamente paternalista. La norma parece ser que en la puerta de entrada de personal de la empresa habrá que lavarse las manos con alcohol y llevar la mascarilla cada vez que se salga fuera del edificio. En caso de tener síntomas de resfriado lo primero es avisar al jefe. Si una se sorprende por la magnitud de la alarma y confiesa que nunca ha llevado mascarilla (bueno, en realidad el año pasado llevé una durante 15 minutos, pero no creí que fuera digno de mención), le cae un sermón tremendo sobre la responsabilidad civil, la conciencia de grupo en Japón, haciéndome sentir culpable si se contagian por culpa de mi inconsciencia y un tremendo blablabla.

Una aguanta el chaparrón pero la ceja se le dispara cuando se hace mención a la "gripe española" y se ve obligada a explicar que esa epidemia no comenzó en España precisamente. El colmo ya ha sido cuando el susodicho me ha paseado por las oficinas centrales contándole a todo el mundo cómo me estaba evangelizando en la cultura de la mascarilla, ya que increíblemente nunca había usado una (así somos los bárbaros). Un graciosillo ha comentado que como mi nariz sobresale más igual la mascarilla me estaba pequeña (de verdad que se lo perdono porque es el apóstol de la caca, porque contenta me tiene). Otra iluminada ha declarado "ya ves, esta es la cultura de Japón, ánimo" con cara de inefable superioridad.

Tras el paseo triunfal hemos regresado a nuestra sección y me han hecho llevar la mascarilla puesta DENTRO de la oficina. Que la verdad, trabajar con el ordenador en japonés ya es suficiente diversión para mí sin añadir la mascarilla que pega un calor horroroso y encima hace que se me empañen las gafas, más que una oficina aquello parecía un quirófano.

No he podido evitar replicar que ya que las medidas parecen ser tan severas, estaría bien que también pusieran jabón de manos en el lavabo. Me contestan "pues claro que hay" tan panchos y es que curiosamente lleva una semana gastado y nadie se ha dado cuenta, mientras yo como tonta estaba lavándome las manos con lavavajillas, que ni los pescadores noruegos del anuncio, leñe. Les enseño el bote vacío y al final uno ha ido a por un recambio como haciéndome un favor. Hay que ver cómo somos de exigentes los salvajes.

Al final del día uno me ha confesado que seguramente mi jefe (ausente a toda la pandemia porque estaba reunido) sea menos estricto con el tema mascarilla (el informante dice que él la lleva siempre porque tiene que tratar con muchos clientes y porque su mujer lo obliga). Como hombre juicioso que es, confío en que cuando regrese imponga un poco de cordura en todo esto. Realmente si me dan una explicación razonable no me importa llevarla aunque sea un incordio, pero en primer lugar, en mi caso no tiene tanto sentido porque estoy casi todo el tiempo dentro de la oficina (aparte de tener el curioso vicio de lavarme las manos con jabón) y en segundo lugar, hay muchas formas de decir las cosas, que hoy he visto a alguno con ganas de enviarme al gueto a la mínima...

En la mayoría de las farmacias ya se han agotado las mascarillas y en el tren de vuelta la verdad es que muy poca gente la llevaba puesta (de hecho en Japón siempre se ven mascarillas, ya sea para no contagiar el resfriado, evitar la alergia o vete tú a saber, yo creo que en el fondo les gusta). Algunos pasajeros me miraban preguntándose si sería una "infectada", pero mi conclusión es clara:

EL DÍA DEL APOCALIPSIS ZOMBIE SE VAN A ENTERAR DE LO QUE ES UNA PANDEMIA.

¡Pandemia!


Hoy he llegado a casa con este careto y no, no es que vaya de ninjaaaa, sino que ha llegado una circular de la empresa con estrictas y detalladas normas para la prevención de la gripe porcina, ya que debido al brote de Kansai han tenido que cerrar muchas escuelas en Kobe y Osaka y temen que se propague a Tokio. Teniendo en cuenta la densidad de población en Tokio y las aglomeraciones en trenes y demás, la verdad es que estas normas sanitarias no parecen descabelladas.

El problema es que cuando llevas 10 horitas pegada al ordenador trabajando intensivamente porque quieres acabar el proyecto encomendado en tiempo récord (ayer fueron 12 y media), digamos que uno se vuelve más susceptible a ciertas cuestiones como la diplomacia. Entonces ocurre que cierto individuo te ofrece toda la charla de la pandemia con un tono sobradamente paternalista. La norma parece ser que en la puerta de entrada de personal de la empresa habrá que lavarse las manos con alcohol y llevar la mascarilla cada vez que se salga fuera del edificio. En caso de tener síntomas de resfriado lo primero es avisar al jefe. Si una se sorprende por la magnitud de la alarma y confiesa que nunca ha llevado mascarilla (bueno, en realidad el año pasado llevé una durante 15 minutos, pero no creí que fuera digno de mención), le cae un sermón tremendo sobre la responsabilidad civil, la conciencia de grupo en Japón, haciéndome sentir culpable si se contagian por culpa de mi inconsciencia y un tremendo blablabla.

Una aguanta el chaparrón pero la ceja se le dispara cuando se hace mención a la "gripe española" y se ve obligada a explicar que esa epidemia no comenzó en España precisamente. El colmo ya ha sido cuando el susodicho me ha paseado por las oficinas centrales contándole a todo el mundo cómo me estaba evangelizando en la cultura de la mascarilla, ya que increíblemente nunca había usado una (así somos los bárbaros). Un graciosillo ha comentado que como mi nariz sobresale más igual la mascarilla me estaba pequeña (de verdad que se lo perdono porque es el apóstol de la caca, porque contenta me tiene). Otra iluminada ha declarado "ya ves, esta es la cultura de Japón, ánimo" con cara de inefable superioridad.

Tras el paseo triunfal hemos regresado a nuestra sección y me han hecho llevar la mascarilla puesta DENTRO de la oficina. Que la verdad, trabajar con el ordenador en japonés ya es suficiente diversión para mí sin añadir la mascarilla que pega un calor horroroso y encima hace que se me empañen las gafas, más que una oficina aquello parecía un quirófano.

No he podido evitar replicar que ya que las medidas parecen ser tan severas, estaría bien que también pusieran jabón de manos en el lavabo. Me contestan "pues claro que hay" tan panchos y es que curiosamente lleva una semana gastado y nadie se ha dado cuenta, mientras yo como tonta estaba lavándome las manos con lavavajillas, que ni los pescadores noruegos del anuncio, leñe. Les enseño el bote vacío y al final uno ha ido a por un recambio como haciéndome un favor. Hay que ver cómo somos de exigentes los salvajes.

Al final del día uno me ha confesado que seguramente mi jefe (ausente a toda la pandemia porque estaba reunido) sea menos estricto con el tema mascarilla (el informante dice que él la lleva siempre porque tiene que tratar con muchos clientes y porque su mujer lo obliga). Como hombre juicioso que es, confío en que cuando regrese imponga un poco de cordura en todo esto. Realmente si me dan una explicación razonable no me importa llevarla aunque sea un incordio, pero en primer lugar, en mi caso no tiene tanto sentido porque estoy casi todo el tiempo dentro de la oficina (aparte de tener el curioso vicio de lavarme las manos con jabón) y en segundo lugar, hay muchas formas de decir las cosas, que hoy he visto a alguno con ganas de enviarme al gueto a la mínima...

En la mayoría de las farmacias ya se han agotado las mascarillas y en el tren de vuelta la verdad es que muy poca gente la llevaba puesta (de hecho en Japón siempre se ven mascarillas, ya sea para no contagiar el resfriado, evitar la alergia o vete tú a saber, yo creo que en el fondo les gusta). Algunos pasajeros me miraban preguntándose si sería una "infectada", pero mi conclusión es clara:

EL DÍA DEL APOCALIPSIS ZOMBIE SE VAN A ENTERAR DE LO QUE ES UNA PANDEMIA.

Mi primer viaje de negocios





Suena a persona importante, pero en realidad tengo que explicar que ha sido más bien una decisión de mis jefes en plan "ya que tenemos que ir saquemos a la mascota un rato a que trote por los campos" y yo tan feliz. La verdad es que ahora me siento un poco Mowgli, aceptada como cachorro en una manada extraña...

El destino era el Museo al Aire Libre de Hakone (en inglés The Hakone Open Air Museum, aunque la traducción no tiene mucho que ver con el nombre original en japonés), un sitio la verdad muy agradable, porque es un gran parque lleno de esculturas, distintos pabellones e instalaciones donde los niños se lo pasan bomba (y más de un no-tan-niño se ha quedado con las ganas de entrar) rodeado de naturaleza. Hakone es una localidad cercana a Tokio famosa por sus baños termales, para más información la wikipedia nuestra de cada día ---->Hakone.

Últimamente parece que se ha puesto de moda el español en la empresa y quien más y quien menos ha aprendido a chapurrear un par de palabrillas (mi labor en aras de la difusión de la lengua española nunca será bien ponderada), pero una se acaba planteando la pedagogía metodológica de sus estudiantes de español cuando descubre que la palabra preferida por estos en su querida lengua materna es "caca". Todo empezó cuando cierto individuo pretendía decir "estoy cansado" pero se quedó atrancado en la "ca" y acabó por decir muy ufano "estoy caca". La frase tuvo tal éxito que se ha convertido en la palabra estrella de todas las conversaciones y de hecho, en mi oficina ahora cada vez que alguien está ausente comentan alegremente que "está haciendo caca". Mi vida diaria cada vez se acerca más a un capítulo de Chico Terremoto, cuya sabiduría conceptual cada vez me produce mayor admiración visto lo visto...

El momento del pánico llegó cuando el jefazo de turno (también conocido como el estudioso de los súbitos cambios de color en las becarias), ha decidido compartir mi gloriosa aportación a la reunión del otro día con el artista que teníamos citado hoy, ya que parece ser que como cuerpo incasdencente no tengo precio (me pones una pantalla y alumbro una barbaridad). Una ha intentado defenderse como ha podido, con el glorioso resultado de que el veredicto emitido por dicho jefazo con una sonrisa maligna ha sido: "bien, ¿tú no estás aquí para investigar? pues en la reunión del día 1 del mes que viene harás una presentación sobre tu tema de investigación". Ciertamente un discurso académico en japonés honorífico delante de toda la junta de la empresa es la experiencia extrema que mi vida necesita ahora...¡de verdad que mis técnicas de camuflaje cada vez dejan más que desear! Empiezo a entender al coronel Kurtz cuando habla de "¡¡el horror, el horror!!"

Mi primer viaje de negocios





Suena a persona importante, pero en realidad tengo que explicar que ha sido más bien una decisión de mis jefes en plan "ya que tenemos que ir saquemos a la mascota un rato a que trote por los campos" y yo tan feliz. La verdad es que ahora me siento un poco Mowgli, aceptada como cachorro en una manada extraña...

El destino era el Museo al Aire Libre de Hakone (en inglés The Hakone Open Air Museum, aunque la traducción no tiene mucho que ver con el nombre original en japonés), un sitio la verdad muy agradable, porque es un gran parque lleno de esculturas, distintos pabellones e instalaciones donde los niños se lo pasan bomba (y más de un no-tan-niño se ha quedado con las ganas de entrar) rodeado de naturaleza. Hakone es una localidad cercana a Tokio famosa por sus baños termales, para más información la wikipedia nuestra de cada día ---->Hakone.

Últimamente parece que se ha puesto de moda el español en la empresa y quien más y quien menos ha aprendido a chapurrear un par de palabrillas (mi labor en aras de la difusión de la lengua española nunca será bien ponderada), pero una se acaba planteando la pedagogía metodológica de sus estudiantes de español cuando descubre que la palabra preferida por estos en su querida lengua materna es "caca". Todo empezó cuando cierto individuo pretendía decir "estoy cansado" pero se quedó atrancado en la "ca" y acabó por decir muy ufano "estoy caca". La frase tuvo tal éxito que se ha convertido en la palabra estrella de todas las conversaciones y de hecho, en mi oficina ahora cada vez que alguien está ausente comentan alegremente que "está haciendo caca". Mi vida diaria cada vez se acerca más a un capítulo de Chico Terremoto, cuya sabiduría conceptual cada vez me produce mayor admiración visto lo visto...

El momento del pánico llegó cuando el jefazo de turno (también conocido como el estudioso de los súbitos cambios de color en las becarias), ha decidido compartir mi gloriosa aportación a la reunión del otro día con el artista que teníamos citado hoy, ya que parece ser que como cuerpo incasdencente no tengo precio (me pones una pantalla y alumbro una barbaridad). Una ha intentado defenderse como ha podido, con el glorioso resultado de que el veredicto emitido por dicho jefazo con una sonrisa maligna ha sido: "bien, ¿tú no estás aquí para investigar? pues en la reunión del día 1 del mes que viene harás una presentación sobre tu tema de investigación". Ciertamente un discurso académico en japonés honorífico delante de toda la junta de la empresa es la experiencia extrema que mi vida necesita ahora...¡de verdad que mis técnicas de camuflaje cada vez dejan más que desear! Empiezo a entender al coronel Kurtz cuando habla de "¡¡el horror, el horror!!"

Mi primer viaje de negocios





Suena a persona importante, pero en realidad tengo que explicar que ha sido más bien una decisión de mis jefes en plan "ya que tenemos que ir saquemos a la mascota un rato a que trote por los campos" y yo tan feliz. La verdad es que ahora me siento un poco Mowgli, aceptada como cachorro en una manada extraña...

El destino era el Museo al Aire Libre de Hakone (en inglés The Hakone Open Air Museum, aunque la traducción no tiene mucho que ver con el nombre original en japonés), un sitio la verdad muy agradable, porque es un gran parque lleno de esculturas, distintos pabellones e instalaciones donde los niños se lo pasan bomba (y más de un no-tan-niño se ha quedado con las ganas de entrar) rodeado de naturaleza. Hakone es una localidad cercana a Tokio famosa por sus baños termales, para más información la wikipedia nuestra de cada día ---->Hakone.

Últimamente parece que se ha puesto de moda el español en la empresa y quien más y quien menos ha aprendido a chapurrear un par de palabrillas (mi labor en aras de la difusión de la lengua española nunca será bien ponderada), pero una se acaba planteando la pedagogía metodológica de sus estudiantes de español cuando descubre que la palabra preferida por estos en su querida lengua materna es "caca". Todo empezó cuando cierto individuo pretendía decir "estoy cansado" pero se quedó atrancado en la "ca" y acabó por decir muy ufano "estoy caca". La frase tuvo tal éxito que se ha convertido en la palabra estrella de todas las conversaciones y de hecho, en mi oficina ahora cada vez que alguien está ausente comentan alegremente que "está haciendo caca". Mi vida diaria cada vez se acerca más a un capítulo de Chico Terremoto, cuya sabiduría conceptual cada vez me produce mayor admiración visto lo visto...

El momento del pánico llegó cuando el jefazo de turno (también conocido como el estudioso de los súbitos cambios de color en las becarias), ha decidido compartir mi gloriosa aportación a la reunión del otro día con el artista que teníamos citado hoy, ya que parece ser que como cuerpo incasdencente no tengo precio (me pones una pantalla y alumbro una barbaridad). Una ha intentado defenderse como ha podido, con el glorioso resultado de que el veredicto emitido por dicho jefazo con una sonrisa maligna ha sido: "bien, ¿tú no estás aquí para investigar? pues en la reunión del día 1 del mes que viene harás una presentación sobre tu tema de investigación". Ciertamente un discurso académico en japonés honorífico delante de toda la junta de la empresa es la experiencia extrema que mi vida necesita ahora...¡de verdad que mis técnicas de camuflaje cada vez dejan más que desear! Empiezo a entender al coronel Kurtz cuando habla de "¡¡el horror, el horror!!"

True Blog Never Dies


Puede que las señales fueran inciertas, pero al final sabéis que cual camión del tapicero en domingo de resaca, al final siempre acabo volviendo al redil.

Hoy hace exactamente un mes que aterricé de vuelta en el País de las Maravillas y desmintiendo aquello (una vez más) de que segundas partes nunca fueron buenas, la verdad es que hasta ahora la experiencia está siendo tan extenuante como increíble. No se pierdan las nuevas aventuras y desventuras de la becaria guiri más dicharachera, próximamente en sus pantallas...

Autopromociones aparte, os pongo un poco al día: sé que como siempre había prometido actualizar antes, pero las estupendas jornadas de 12 horas diarias (de media que no máximo) que gastamos últimamente en mi empresa dejan pocas ganas de vivir y menos de escribir, aunque estés deseando compartir tu dosis diaria de surrealismo con otro ser humano.

Mi estatus en la empresa se ha visto ligeramente modificado y he pasado del "nivel mascota" al "nivel niña", por algo se empieza ¿no? Es por esto que el otro día me llevaron a la primera reunión oficial de la junta de la empresa.

Cuando llegué a la sala de juntas, algunas sonrisas de simpatía, algunas cejas enarcadas en plan "¿quién ha dejado entrar al perro?", mientras que otros simplemente me ignoraron (y es que la práctica de la indiferencia es un arte pero que muy japonés). Yo allí en mi papel de becaria florero intentando camuflarme con el entorno, pero se ve que mi cara de "mobiliario de oficina" no debió de salirme muy lograda porque cuando la reunión estaba llegando a su fin (e ilusa yo creía salir indemne), uno de los jefazos decidió preguntar con sonrisa maliciosa si tenía algo que añadir. Tras un tremendo "¡glup!" y un inspiradísimo"¿quién yooo?" decliné gentilmente la palabra y renové mis esfuerzos de camuflaje, pero el susodicho jefazo no pareció satisfecho y declaró "¡mirad, si se ha puesto roja!" por lo que a continuación toda la junta en pleno se puso a admirar con interés científico el increíble caso de la becaria fosforescente. Alguna mirada asesina se me tuvo que escapar porque mi jefe al día siguiente vino a pedirme explicaciones...

Trabajar en una empresa que promueve eventos de todo tipo tiene la peculiaridad de que nunca sabes exactamente qué esperar de tu jornada laboral. Por ejemplo hoy me han enviado a una oficina exterior porque se celebraba cierta actividad. Pues bien, nada más llegar me he visto vestida de apicultora metida en un criadero de panales rodeada de abejas por todas partes. Después he escapado de tener que disfrazarme de mascota corporativa, pero no de tener que cantar haikus en una plaza rodeada de globos, niños y tipos embutidos en trajes de goma con forma de animalito...sin duda una experiencia mucho más aterradora que todas las abejas juntas.

También he tenido la oportunidad de asistir a mis primeros nomikais o reuniones de gente de la empresa para beber tras el trabajo. A algunos ya os comenté la peligrosa costumbre japonesa de que no escancias tu propio vaso, sino que ha de hacerlo el vecino y tú el suyo. Así que si a mitad de la cena los jefes te llaman a su vera porque tienen ganas de cachondeo, reza lo que sepas porque de esa borrachera no te libra nadie. Si además sumamos que con lo que los japoneses llaman vino tinto nosotros aliñamos ensaladas (va a ser por eso que no he encontrado con qué hacerlo en el supermercado), el resultado es fácil de imaginar. Si resulta que al día siguiente tienes otra estupenda jornada de mil horas con trabajo físico incluido y que la resaca no es una causa de absentismo laboral aceptable (de hecho dudo que en Japón nada por debajo de la amputación de un miembro lo sea), pues efectivamente al día siguiente te quieres morir.

¿Cosas raras que me hayan ocurrido? Más bien cúando no es Pascua...

El otro día entré a cenar en mi barrio a una franquicia de cuencos de arroz con ternera y estaba sentada en la barra esperando mi pedido cuando el chico que tenía al lado me ofreció su sopa de miso porque dijo no necesitarla. Sorprendida y agradecida acepté su ofrenda. El susodicho terminó lo que le quedaba en el cuenco y se marchó. Podría haber sido un final estupendo, pero a los 10 minutos el chico volvió y pidió mi sopa de miso. Sorprendida se la di, él se la bebió del tirón y se volvió a marchar...Y NO, ya he preguntado y me han dicho que no hay ninguna ancestral costumbre japonesa tras eso, a mí que me lo expliquen.

Bueno, ya se me está haciendo tarde y mañana promete ser otro día de intensas emociones.

TO BE CONTINUED

(Imagen cortesía de Nuhn, ¡gracias mil, guapa!)

True Blog Never Dies


Puede que las señales fueran inciertas, pero al final sabéis que cual camión del tapicero en domingo de resaca, al final siempre acabo volviendo al redil.

Hoy hace exactamente un mes que aterricé de vuelta en el País de las Maravillas y desmintiendo aquello (una vez más) de que segundas partes nunca fueron buenas, la verdad es que hasta ahora la experiencia está siendo tan extenuante como increíble. No se pierdan las nuevas aventuras y desventuras de la becaria guiri más dicharachera, próximamente en sus pantallas...

Autopromociones aparte, os pongo un poco al día: sé que como siempre había prometido actualizar antes, pero las estupendas jornadas de 12 horas diarias (de media que no máximo) que gastamos últimamente en mi empresa dejan pocas ganas de vivir y menos de escribir, aunque estés deseando compartir tu dosis diaria de surrealismo con otro ser humano.

Mi estatus en la empresa se ha visto ligeramente modificado y he pasado del "nivel mascota" al "nivel niña", por algo se empieza ¿no? Es por esto que el otro día me llevaron a la primera reunión oficial de la junta de la empresa.

Cuando llegué a la sala de juntas, algunas sonrisas de simpatía, algunas cejas enarcadas en plan "¿quién ha dejado entrar al perro?", mientras que otros simplemente me ignoraron (y es que la práctica de la indiferencia es un arte pero que muy japonés). Yo allí en mi papel de becaria florero intentando camuflarme con el entorno, pero se ve que mi cara de "mobiliario de oficina" no debió de salirme muy lograda porque cuando la reunión estaba llegando a su fin (e ilusa yo creía salir indemne), uno de los jefazos decidió preguntar con sonrisa maliciosa si tenía algo que añadir. Tras un tremendo "¡glup!" y un inspiradísimo"¿quién yooo?" decliné gentilmente la palabra y renové mis esfuerzos de camuflaje, pero el susodicho jefazo no pareció satisfecho y declaró "¡mirad, si se ha puesto roja!" por lo que a continuación toda la junta en pleno se puso a admirar con interés científico el increíble caso de la becaria fosforescente. Alguna mirada asesina se me tuvo que escapar porque mi jefe al día siguiente vino a pedirme explicaciones...

Trabajar en una empresa que promueve eventos de todo tipo tiene la peculiaridad de que nunca sabes exactamente qué esperar de tu jornada laboral. Por ejemplo hoy me han enviado a una oficina exterior porque se celebraba cierta actividad. Pues bien, nada más llegar me he visto vestida de apicultora metida en un criadero de panales rodeada de abejas por todas partes. Después he escapado de tener que disfrazarme de mascota corporativa, pero no de tener que cantar haikus en una plaza rodeada de globos, niños y tipos embutidos en trajes de goma con forma de animalito...sin duda una experiencia mucho más aterradora que todas las abejas juntas.

También he tenido la oportunidad de asistir a mis primeros nomikais o reuniones de gente de la empresa para beber tras el trabajo. A algunos ya os comenté la peligrosa costumbre japonesa de que no escancias tu propio vaso, sino que ha de hacerlo el vecino y tú el suyo. Así que si a mitad de la cena los jefes te llaman a su vera porque tienen ganas de cachondeo, reza lo que sepas porque de esa borrachera no te libra nadie. Si además sumamos que con lo que los japoneses llaman vino tinto nosotros aliñamos ensaladas (va a ser por eso que no he encontrado con qué hacerlo en el supermercado), el resultado es fácil de imaginar. Si resulta que al día siguiente tienes otra estupenda jornada de mil horas con trabajo físico incluido y que la resaca no es una causa de absentismo laboral aceptable (de hecho dudo que en Japón nada por debajo de la amputación de un miembro lo sea), pues efectivamente al día siguiente te quieres morir.

¿Cosas raras que me hayan ocurrido? Más bien cúando no es Pascua...

El otro día entré a cenar en mi barrio a una franquicia de cuencos de arroz con ternera y estaba sentada en la barra esperando mi pedido cuando el chico que tenía al lado me ofreció su sopa de miso porque dijo no necesitarla. Sorprendida y agradecida acepté su ofrenda. El susodicho terminó lo que le quedaba en el cuenco y se marchó. Podría haber sido un final estupendo, pero a los 10 minutos el chico volvió y pidió mi sopa de miso. Sorprendida se la di, él se la bebió del tirón y se volvió a marchar...Y NO, ya he preguntado y me han dicho que no hay ninguna ancestral costumbre japonesa tras eso, a mí que me lo expliquen.

Bueno, ya se me está haciendo tarde y mañana promete ser otro día de intensas emociones.

TO BE CONTINUED

(Imagen cortesía de Nuhn, ¡gracias mil, guapa!)

En estos días inciertos…

...en los que vivir es un arte, como dice la canción.

Poco a poco nos acercamos inexorablemente al año de estancia en Japón y con ello la fecha de caducidad de mi visado. Todavía no sé qué será de mi vida porque hay muchos factores aleatorios a mi alrededor y la entropía del universo en contra, pero pase lo que pase, haciendo un poco de balance la verdad es que indudablemente ha sido un año de los que te cambia la vida.

Respecto a los que creíais este blog muerto os recuerdo, queridos niños, que nunca debéis dar por muerto a un zombi antes de tiempo...

La verdad es que he tenido la suerte de poder sumar a mi experiencia vital el poder conocer desde dentro el mundillo de una empresa japonesa. Por suerte en mi caso no hemos llegado a los extremos dramáticos de Estupor y Temblores ni mi entrevista de trabajo fue tan absurda como la de Zuco. Pero aun así tengo que decir que he aprendido muchísimas cosas y que las situaciones surrealistas han sido-siguen sucediéndose a la orden del día y yo hay veces en las que lo paso realmente mal para no reirme y he descubierto que no sé poner una cara inexpresiva, lo cual es peligroso muy peligroso en Japón...

Incluso en una empresa moderna relacionada con el arte contemporáneo ser la única guiri de la plantilla no deja indiferente a nadie y es un poco inevitable sentirse la mascota de la empresa. Recuerdo el día en el que mi jefa me presentó en sociedad y todos la miraban asombrados preguntándole dónde me había comprado y si sabía dar la patita.

Luego el mundo de los jefes es un tema aparte, porque parece ser que cuanto más arriba en el escalafón más excentricidades se pueden permitir...hay uno que cuando me ve se pone a "bailar" flamenco (el peor día fue cuando se puso a hacer de toro, yo creía que a mi jefa le iba a dar un desmayo causado por la vergüenza ajena), a cantar a voz en cuello o a decirme palabras en italiano...total, en Europa todo queda a la mano. Hay otro, el cual después descubrí que es el director de la empresa (sus camisas psicodélicas debieron darme alguna pista) que tenía la costumbre de partirse de risa cuando le hago el saludo profesional que hacemos todos en la empresa (otsukaresama desu). Me tenía tan mosqueada con ese tema que un día delante de él le prgunté a mi jefa si es que decía algo erróneo (nunca se sabe con la sutileza de las jerarquías), a lo que ella me contestó muy seria que mi saludo era perfectamente correcto. De lo que sirvió aquello es para que ahora ni siquiera espere a que lo salude para partirse de risa, el efecto es inmediato en cuanto me ve. Ayer mismo estábamos en una reunión de proyecto, asomó la cabeza por la puerta de la oficina, me miró, soltó una carcajada y se fue sin más...de verdad que nunca sospeché que mi cara tenía esos efectos hilarantes.

Eso sí, a pesar de que los escándalos desatados por acoso sexual ha vuelto los empresarios más cautos, sigue estando a la orden del día que los jefes pregunten sobre tu estado civil...

Lo que sí es cierto y curioso a la vez es que en Japón como hay mucha cultura de beber con los compañeros de trabajo, clientes, superiores e incluso se hacen a menudo reuniones informales durante almuerzos y demás tan importantes como cualquier reunión de despacho, está bastante bien visto el beber alcohol. Es decir, si eres mujer te lo perdonan pero si eres hombre puedes tener problemas si eres abstemio, sé de más de uno al que le han preguntado en la mismísima entrevista de trabajo si le gusta beber...Mi jefa ayer hablando del tema, declaró tranquilamente que seguro que yo aguantaba bien el alcohol y ante mi expresión escandalizada contestó sin inmutarse: "¿de qué te sorprendes?, eres española, ¿no?". Así que ya sabéis, mis queridos zombies, parece ser que lo llevamos en el ADN...

Al menos en mi sección todos parecen más o menos normales y son muy majos conmigo (aunque siga siendo un poco la mascota), saben que España está en Europa y que en España se habla español y no portugués...conocimiento menos común de lo que uno podría pensar.

Eso sí, un guardia de seguridad me preguntó consternado la otra noche si era cierto que en España se puede añadir conejo a la paella...la verdad es que para ellos debe de resultar una costumbre de lo más bárbara porque en su concepción del mundo un animal tan kawaii como el conejo nunca podría ser más explotado que como mascota...

En estos días inciertos…

...en los que vivir es un arte, como dice la canción.

Poco a poco nos acercamos inexorablemente al año de estancia en Japón y con ello la fecha de caducidad de mi visado. Todavía no sé qué será de mi vida porque hay muchos factores aleatorios a mi alrededor y la entropía del universo en contra, pero pase lo que pase, haciendo un poco de balance la verdad es que indudablemente ha sido un año de los que te cambia la vida.

Respecto a los que creíais este blog muerto os recuerdo, queridos niños, que nunca debéis dar por muerto a un zombi antes de tiempo...

La verdad es que he tenido la suerte de poder sumar a mi experiencia vital el poder conocer desde dentro el mundillo de una empresa japonesa. Por suerte en mi caso no hemos llegado a los extremos dramáticos de Estupor y Temblores ni mi entrevista de trabajo fue tan absurda como la de Zuco. Pero aun así tengo que decir que he aprendido muchísimas cosas y que las situaciones surrealistas han sido-siguen sucediéndose a la orden del día y yo hay veces en las que lo paso realmente mal para no reirme y he descubierto que no sé poner una cara inexpresiva, lo cual es peligroso muy peligroso en Japón...

Incluso en una empresa moderna relacionada con el arte contemporáneo ser la única guiri de la plantilla no deja indiferente a nadie y es un poco inevitable sentirse la mascota de la empresa. Recuerdo el día en el que mi jefa me presentó en sociedad y todos la miraban asombrados preguntándole dónde me había comprado y si sabía dar la patita.

Luego el mundo de los jefes es un tema aparte, porque parece ser que cuanto más arriba en el escalafón más excentricidades se pueden permitir...hay uno que cuando me ve se pone a "bailar" flamenco (el peor día fue cuando se puso a hacer de toro, yo creía que a mi jefa le iba a dar un desmayo causado por la vergüenza ajena), a cantar a voz en cuello o a decirme palabras en italiano...total, en Europa todo queda a la mano. Hay otro, el cual después descubrí que es el director de la empresa (sus camisas psicodélicas debieron darme alguna pista) que tenía la costumbre de partirse de risa cuando le hago el saludo profesional que hacemos todos en la empresa (otsukaresama desu). Me tenía tan mosqueada con ese tema que un día delante de él le prgunté a mi jefa si es que decía algo erróneo (nunca se sabe con la sutileza de las jerarquías), a lo que ella me contestó muy seria que mi saludo era perfectamente correcto. De lo que sirvió aquello es para que ahora ni siquiera espere a que lo salude para partirse de risa, el efecto es inmediato en cuanto me ve. Ayer mismo estábamos en una reunión de proyecto, asomó la cabeza por la puerta de la oficina, me miró, soltó una carcajada y se fue sin más...de verdad que nunca sospeché que mi cara tenía esos efectos hilarantes.

Eso sí, a pesar de que los escándalos desatados por acoso sexual ha vuelto los empresarios más cautos, sigue estando a la orden del día que los jefes pregunten sobre tu estado civil...

Lo que sí es cierto y curioso a la vez es que en Japón como hay mucha cultura de beber con los compañeros de trabajo, clientes, superiores e incluso se hacen a menudo reuniones informales durante almuerzos y demás tan importantes como cualquier reunión de despacho, está bastante bien visto el beber alcohol. Es decir, si eres mujer te lo perdonan pero si eres hombre puedes tener problemas si eres abstemio, sé de más de uno al que le han preguntado en la mismísima entrevista de trabajo si le gusta beber...Mi jefa ayer hablando del tema, declaró tranquilamente que seguro que yo aguantaba bien el alcohol y ante mi expresión escandalizada contestó sin inmutarse: "¿de qué te sorprendes?, eres española, ¿no?". Así que ya sabéis, mis queridos zombies, parece ser que lo llevamos en el ADN...

Al menos en mi sección todos parecen más o menos normales y son muy majos conmigo (aunque siga siendo un poco la mascota), saben que España está en Europa y que en España se habla español y no portugués...conocimiento menos común de lo que uno podría pensar.

Eso sí, un guardia de seguridad me preguntó consternado la otra noche si era cierto que en España se puede añadir conejo a la paella...la verdad es que para ellos debe de resultar una costumbre de lo más bárbara porque en su concepción del mundo un animal tan kawaii como el conejo nunca podría ser más explotado que como mascota...

Escapada a Hokkaido II

La gente parecía sorprenderse de ver a una mujer extranjera viajando sola (cuando entraba en un restaurante y pedía una cerveza me sentía como Calamity Jane entrando en el saloon del Oeste), de hecho algunas veces no podían aguantarse la curiosidad y me preguntaban, pero tengo que decir que en su mayoría los habitantes de Hokkaido que encontré fueron muy amables, y a pesar de estar menos acostumbrados a los extranjeros que en Tokio (o quizá por eso) resultaron bastante sociables, así que me dieron conversación en muchos sitios y me invitaron en unos cuantos, ¡hurra!

La mayor situación de peligro la viví cruzando una calle en obras de unos 50 metros de largo en Otaru, donde durante el trayecto me escoltaron 3 obreros con banderas rojas y cara preocupada, que se acababa por no saber si el significado era "peligro, excavadora maniobrando" o "peligro, guiri suelta".

Estas son imágenes de los célebres campos de lavanda de Furano (¿algún original más quiere hacer chistes sobre Puig?). Allí hay un museo del dorama que no me atreví a visitar y la Granja Tomita donde están los campos más espectaculares, aunque uno no puede evitar cierto sentimiento de parque temático cuando está allí y un poco demasiado organizado todo en torno a las compras, lo cual es quizá comprensible en una cultura donde tiene tanto peso el omyage o regalo de viaje, pero resulta bastante irritante para alguien que odia hacer compras por deporte como es mi caso. Lo que sí me tomé fue el típico helado de lavanda y lo peor es que me gustó...


A la vuelta resultó que había que esperar más de una hora el tren a la intemperie con bastante fresquito y un viento del demonio, así que decidí que lo suyo era volverse andando para al menos moverse y ver el paisaje...Un empleado ferroviario todo paternal al que le pregunté el camino me dio caramelos y me dijo unas 800 veces que tuviera cuidado como si fuera a internarme sola en la jungla del Amazonas. Durante el camino tuve mucho mucho tiempo para pensar y de hecho pararon un taxista primero y un guiri en coche después preocupados por mi integridad física. Cuando les dije que prefería andar me miraron como si me hubiera escapado de un sanatorio...

Tuve tiempo de arrepentirme por mi cabezonería pero al final llegué (tantos campamentos han tenido que servir para algo más que para que mis amigos graciosillos hagan chistes fáciles sobre vender galletitas) y cuando me metí en el ofuro (baño típico japonés) y tomé la cena del ryokan (casa de alojamiento típica japonesa) me sentí como nueva...como se suele decir kimochi!!!


Esto es un rincón de la Universidad de Hokkaido. Un sitio bastante curioso y agradable para pasear.

Por cierto que no he hablado de los trenes, fui en coche cama desde Tokio (16 horitas de viaje pasando por un túnel muy largo que no vi porque echaron las cortinas) y encontré algunas peculiaridades como que te prestan un yukata de la JR (kimono ligero de algodón), que cada litera tiene sus propias cortinas de estampado de tela de sofá (lo cual al principio me pareció una pijería, pero cuando tus compañeros de compartimento son unos cuarentones raros que se ponen hasta el culete de cerveza le encuentras sentido a eso de camuflarse con el entorno) y tienen hasta ducha...

En conclusión podemos decir que ha sido un viaje muy divertido y enriquecedor y que en cuanto pueda pienso embarcarme en la siguiente aventura...¡si me dejan!