Por fin se ha cumplido lo que se llevaba semanas viendo venir, meses esperando, y años, muchos años soñando. ETA ha anunciado el cese definitivo de la violencia, en los siguientes términos:
ETA ha decidido el cese definitivo de su actividad armada. ETA hace un llamamiento a los gobiernos de España y Francia para abrir un proceso de diálogo directo que tenga por objetivo la resolución de las consecuencias del conflicto y, así, la superación de la confrontación armada. ETA con esta declaración histórica muestra su compromiso claro, firme y definitivo.
Aún el camino es largo, y aún queda que la banda entregue las armas y se disuelva. Pero hoy podemos felicitarnos porque la noticia es excelente, y es factible prever que no volverá a haber muertos por el terrorismo etarra en este país.
Y ya está bien, porque desde sus inicios, ETA ha matado a un total de 858 personas han sido asesinadas por estos desalmados (confieso que cada vez que tengo que escribir un adjetivo para ellos me que en blanco incapaz de pensar uno que no parezca rebajado).
Por supuesto, los etarras no son mejores personas hoy, ni lo serán mañana. Su posición no se debe a que «En Euskal Herria se está abriendo un nuevo tiempo político» , «una oportunidad histórica para dar una solución justa y democrática al secular conflicto político». No, su posición se debe ha que han sido machacados policialmente, saboteados, descabezados una y otra vez hasta dejarles en una posición impotente y humillada, que hubieran evitado si no hubieran dinamitado su propia tregua hace cuatro años.
No, lo que hay que celebrar hoy no es que unos malvados se hayan convertido en buenos. Lo que celebramos hoy es que nadie más morirá a manos de estos asesinos. Y no hay mejor motivo.