En estos días inciertos…

...en los que vivir es un arte, como dice la canción.

Poco a poco nos acercamos inexorablemente al año de estancia en Japón y con ello la fecha de caducidad de mi visado. Todavía no sé qué será de mi vida porque hay muchos factores aleatorios a mi alrededor y la entropía del universo en contra, pero pase lo que pase, haciendo un poco de balance la verdad es que indudablemente ha sido un año de los que te cambia la vida.

Respecto a los que creíais este blog muerto os recuerdo, queridos niños, que nunca debéis dar por muerto a un zombi antes de tiempo...

La verdad es que he tenido la suerte de poder sumar a mi experiencia vital el poder conocer desde dentro el mundillo de una empresa japonesa. Por suerte en mi caso no hemos llegado a los extremos dramáticos de Estupor y Temblores ni mi entrevista de trabajo fue tan absurda como la de Zuco. Pero aun así tengo que decir que he aprendido muchísimas cosas y que las situaciones surrealistas han sido-siguen sucediéndose a la orden del día y yo hay veces en las que lo paso realmente mal para no reirme y he descubierto que no sé poner una cara inexpresiva, lo cual es peligroso muy peligroso en Japón...

Incluso en una empresa moderna relacionada con el arte contemporáneo ser la única guiri de la plantilla no deja indiferente a nadie y es un poco inevitable sentirse la mascota de la empresa. Recuerdo el día en el que mi jefa me presentó en sociedad y todos la miraban asombrados preguntándole dónde me había comprado y si sabía dar la patita.

Luego el mundo de los jefes es un tema aparte, porque parece ser que cuanto más arriba en el escalafón más excentricidades se pueden permitir...hay uno que cuando me ve se pone a "bailar" flamenco (el peor día fue cuando se puso a hacer de toro, yo creía que a mi jefa le iba a dar un desmayo causado por la vergüenza ajena), a cantar a voz en cuello o a decirme palabras en italiano...total, en Europa todo queda a la mano. Hay otro, el cual después descubrí que es el director de la empresa (sus camisas psicodélicas debieron darme alguna pista) que tenía la costumbre de partirse de risa cuando le hago el saludo profesional que hacemos todos en la empresa (otsukaresama desu). Me tenía tan mosqueada con ese tema que un día delante de él le prgunté a mi jefa si es que decía algo erróneo (nunca se sabe con la sutileza de las jerarquías), a lo que ella me contestó muy seria que mi saludo era perfectamente correcto. De lo que sirvió aquello es para que ahora ni siquiera espere a que lo salude para partirse de risa, el efecto es inmediato en cuanto me ve. Ayer mismo estábamos en una reunión de proyecto, asomó la cabeza por la puerta de la oficina, me miró, soltó una carcajada y se fue sin más...de verdad que nunca sospeché que mi cara tenía esos efectos hilarantes.

Eso sí, a pesar de que los escándalos desatados por acoso sexual ha vuelto los empresarios más cautos, sigue estando a la orden del día que los jefes pregunten sobre tu estado civil...

Lo que sí es cierto y curioso a la vez es que en Japón como hay mucha cultura de beber con los compañeros de trabajo, clientes, superiores e incluso se hacen a menudo reuniones informales durante almuerzos y demás tan importantes como cualquier reunión de despacho, está bastante bien visto el beber alcohol. Es decir, si eres mujer te lo perdonan pero si eres hombre puedes tener problemas si eres abstemio, sé de más de uno al que le han preguntado en la mismísima entrevista de trabajo si le gusta beber...Mi jefa ayer hablando del tema, declaró tranquilamente que seguro que yo aguantaba bien el alcohol y ante mi expresión escandalizada contestó sin inmutarse: "¿de qué te sorprendes?, eres española, ¿no?". Así que ya sabéis, mis queridos zombies, parece ser que lo llevamos en el ADN...

Al menos en mi sección todos parecen más o menos normales y son muy majos conmigo (aunque siga siendo un poco la mascota), saben que España está en Europa y que en España se habla español y no portugués...conocimiento menos común de lo que uno podría pensar.

Eso sí, un guardia de seguridad me preguntó consternado la otra noche si era cierto que en España se puede añadir conejo a la paella...la verdad es que para ellos debe de resultar una costumbre de lo más bárbara porque en su concepción del mundo un animal tan kawaii como el conejo nunca podría ser más explotado que como mascota...

En estos días inciertos…

...en los que vivir es un arte, como dice la canción.

Poco a poco nos acercamos inexorablemente al año de estancia en Japón y con ello la fecha de caducidad de mi visado. Todavía no sé qué será de mi vida porque hay muchos factores aleatorios a mi alrededor y la entropía del universo en contra, pero pase lo que pase, haciendo un poco de balance la verdad es que indudablemente ha sido un año de los que te cambia la vida.

Respecto a los que creíais este blog muerto os recuerdo, queridos niños, que nunca debéis dar por muerto a un zombi antes de tiempo...

La verdad es que he tenido la suerte de poder sumar a mi experiencia vital el poder conocer desde dentro el mundillo de una empresa japonesa. Por suerte en mi caso no hemos llegado a los extremos dramáticos de Estupor y Temblores ni mi entrevista de trabajo fue tan absurda como la de Zuco. Pero aun así tengo que decir que he aprendido muchísimas cosas y que las situaciones surrealistas han sido-siguen sucediéndose a la orden del día y yo hay veces en las que lo paso realmente mal para no reirme y he descubierto que no sé poner una cara inexpresiva, lo cual es peligroso muy peligroso en Japón...

Incluso en una empresa moderna relacionada con el arte contemporáneo ser la única guiri de la plantilla no deja indiferente a nadie y es un poco inevitable sentirse la mascota de la empresa. Recuerdo el día en el que mi jefa me presentó en sociedad y todos la miraban asombrados preguntándole dónde me había comprado y si sabía dar la patita.

Luego el mundo de los jefes es un tema aparte, porque parece ser que cuanto más arriba en el escalafón más excentricidades se pueden permitir...hay uno que cuando me ve se pone a "bailar" flamenco (el peor día fue cuando se puso a hacer de toro, yo creía que a mi jefa le iba a dar un desmayo causado por la vergüenza ajena), a cantar a voz en cuello o a decirme palabras en italiano...total, en Europa todo queda a la mano. Hay otro, el cual después descubrí que es el director de la empresa (sus camisas psicodélicas debieron darme alguna pista) que tenía la costumbre de partirse de risa cuando le hago el saludo profesional que hacemos todos en la empresa (otsukaresama desu). Me tenía tan mosqueada con ese tema que un día delante de él le prgunté a mi jefa si es que decía algo erróneo (nunca se sabe con la sutileza de las jerarquías), a lo que ella me contestó muy seria que mi saludo era perfectamente correcto. De lo que sirvió aquello es para que ahora ni siquiera espere a que lo salude para partirse de risa, el efecto es inmediato en cuanto me ve. Ayer mismo estábamos en una reunión de proyecto, asomó la cabeza por la puerta de la oficina, me miró, soltó una carcajada y se fue sin más...de verdad que nunca sospeché que mi cara tenía esos efectos hilarantes.

Eso sí, a pesar de que los escándalos desatados por acoso sexual ha vuelto los empresarios más cautos, sigue estando a la orden del día que los jefes pregunten sobre tu estado civil...

Lo que sí es cierto y curioso a la vez es que en Japón como hay mucha cultura de beber con los compañeros de trabajo, clientes, superiores e incluso se hacen a menudo reuniones informales durante almuerzos y demás tan importantes como cualquier reunión de despacho, está bastante bien visto el beber alcohol. Es decir, si eres mujer te lo perdonan pero si eres hombre puedes tener problemas si eres abstemio, sé de más de uno al que le han preguntado en la mismísima entrevista de trabajo si le gusta beber...Mi jefa ayer hablando del tema, declaró tranquilamente que seguro que yo aguantaba bien el alcohol y ante mi expresión escandalizada contestó sin inmutarse: "¿de qué te sorprendes?, eres española, ¿no?". Así que ya sabéis, mis queridos zombies, parece ser que lo llevamos en el ADN...

Al menos en mi sección todos parecen más o menos normales y son muy majos conmigo (aunque siga siendo un poco la mascota), saben que España está en Europa y que en España se habla español y no portugués...conocimiento menos común de lo que uno podría pensar.

Eso sí, un guardia de seguridad me preguntó consternado la otra noche si era cierto que en España se puede añadir conejo a la paella...la verdad es que para ellos debe de resultar una costumbre de lo más bárbara porque en su concepción del mundo un animal tan kawaii como el conejo nunca podría ser más explotado que como mascota...

Escapada a Hokkaido II

La gente parecía sorprenderse de ver a una mujer extranjera viajando sola (cuando entraba en un restaurante y pedía una cerveza me sentía como Calamity Jane entrando en el saloon del Oeste), de hecho algunas veces no podían aguantarse la curiosidad y me preguntaban, pero tengo que decir que en su mayoría los habitantes de Hokkaido que encontré fueron muy amables, y a pesar de estar menos acostumbrados a los extranjeros que en Tokio (o quizá por eso) resultaron bastante sociables, así que me dieron conversación en muchos sitios y me invitaron en unos cuantos, ¡hurra!

La mayor situación de peligro la viví cruzando una calle en obras de unos 50 metros de largo en Otaru, donde durante el trayecto me escoltaron 3 obreros con banderas rojas y cara preocupada, que se acababa por no saber si el significado era "peligro, excavadora maniobrando" o "peligro, guiri suelta".

Estas son imágenes de los célebres campos de lavanda de Furano (¿algún original más quiere hacer chistes sobre Puig?). Allí hay un museo del dorama que no me atreví a visitar y la Granja Tomita donde están los campos más espectaculares, aunque uno no puede evitar cierto sentimiento de parque temático cuando está allí y un poco demasiado organizado todo en torno a las compras, lo cual es quizá comprensible en una cultura donde tiene tanto peso el omyage o regalo de viaje, pero resulta bastante irritante para alguien que odia hacer compras por deporte como es mi caso. Lo que sí me tomé fue el típico helado de lavanda y lo peor es que me gustó...


A la vuelta resultó que había que esperar más de una hora el tren a la intemperie con bastante fresquito y un viento del demonio, así que decidí que lo suyo era volverse andando para al menos moverse y ver el paisaje...Un empleado ferroviario todo paternal al que le pregunté el camino me dio caramelos y me dijo unas 800 veces que tuviera cuidado como si fuera a internarme sola en la jungla del Amazonas. Durante el camino tuve mucho mucho tiempo para pensar y de hecho pararon un taxista primero y un guiri en coche después preocupados por mi integridad física. Cuando les dije que prefería andar me miraron como si me hubiera escapado de un sanatorio...

Tuve tiempo de arrepentirme por mi cabezonería pero al final llegué (tantos campamentos han tenido que servir para algo más que para que mis amigos graciosillos hagan chistes fáciles sobre vender galletitas) y cuando me metí en el ofuro (baño típico japonés) y tomé la cena del ryokan (casa de alojamiento típica japonesa) me sentí como nueva...como se suele decir kimochi!!!


Esto es un rincón de la Universidad de Hokkaido. Un sitio bastante curioso y agradable para pasear.

Por cierto que no he hablado de los trenes, fui en coche cama desde Tokio (16 horitas de viaje pasando por un túnel muy largo que no vi porque echaron las cortinas) y encontré algunas peculiaridades como que te prestan un yukata de la JR (kimono ligero de algodón), que cada litera tiene sus propias cortinas de estampado de tela de sofá (lo cual al principio me pareció una pijería, pero cuando tus compañeros de compartimento son unos cuarentones raros que se ponen hasta el culete de cerveza le encuentras sentido a eso de camuflarse con el entorno) y tienen hasta ducha...

En conclusión podemos decir que ha sido un viaje muy divertido y enriquecedor y que en cuanto pueda pienso embarcarme en la siguiente aventura...¡si me dejan!

Escapada a Hokkaido II

La gente parecía sorprenderse de ver a una mujer extranjera viajando sola (cuando entraba en un restaurante y pedía una cerveza me sentía como Calamity Jane entrando en el saloon del Oeste), de hecho algunas veces no podían aguantarse la curiosidad y me preguntaban, pero tengo que decir que en su mayoría los habitantes de Hokkaido que encontré fueron muy amables, y a pesar de estar menos acostumbrados a los extranjeros que en Tokio (o quizá por eso) resultaron bastante sociables, así que me dieron conversación en muchos sitios y me invitaron en unos cuantos, ¡hurra!

La mayor situación de peligro la viví cruzando una calle en obras de unos 50 metros de largo en Otaru, donde durante el trayecto me escoltaron 3 obreros con banderas rojas y cara preocupada, que se acababa por no saber si el significado era "peligro, excavadora maniobrando" o "peligro, guiri suelta".

Estas son imágenes de los célebres campos de lavanda de Furano (¿algún original más quiere hacer chistes sobre Puig?). Allí hay un museo del dorama que no me atreví a visitar y la Granja Tomita donde están los campos más espectaculares, aunque uno no puede evitar cierto sentimiento de parque temático cuando está allí y un poco demasiado organizado todo en torno a las compras, lo cual es quizá comprensible en una cultura donde tiene tanto peso el omyage o regalo de viaje, pero resulta bastante irritante para alguien que odia hacer compras por deporte como es mi caso. Lo que sí me tomé fue el típico helado de lavanda y lo peor es que me gustó...


A la vuelta resultó que había que esperar más de una hora el tren a la intemperie con bastante fresquito y un viento del demonio, así que decidí que lo suyo era volverse andando para al menos moverse y ver el paisaje...Un empleado ferroviario todo paternal al que le pregunté el camino me dio caramelos y me dijo unas 800 veces que tuviera cuidado como si fuera a internarme sola en la jungla del Amazonas. Durante el camino tuve mucho mucho tiempo para pensar y de hecho pararon un taxista primero y un guiri en coche después preocupados por mi integridad física. Cuando les dije que prefería andar me miraron como si me hubiera escapado de un sanatorio...

Tuve tiempo de arrepentirme por mi cabezonería pero al final llegué (tantos campamentos han tenido que servir para algo más que para que mis amigos graciosillos hagan chistes fáciles sobre vender galletitas) y cuando me metí en el ofuro (baño típico japonés) y tomé la cena del ryokan (casa de alojamiento típica japonesa) me sentí como nueva...como se suele decir kimochi!!!


Esto es un rincón de la Universidad de Hokkaido. Un sitio bastante curioso y agradable para pasear.

Por cierto que no he hablado de los trenes, fui en coche cama desde Tokio (16 horitas de viaje pasando por un túnel muy largo que no vi porque echaron las cortinas) y encontré algunas peculiaridades como que te prestan un yukata de la JR (kimono ligero de algodón), que cada litera tiene sus propias cortinas de estampado de tela de sofá (lo cual al principio me pareció una pijería, pero cuando tus compañeros de compartimento son unos cuarentones raros que se ponen hasta el culete de cerveza le encuentras sentido a eso de camuflarse con el entorno) y tienen hasta ducha...

En conclusión podemos decir que ha sido un viaje muy divertido y enriquecedor y que en cuanto pueda pienso embarcarme en la siguiente aventura...¡si me dejan!

Escapada a Hokkaido

Pues como suele resultar muy bueno para la salud mental de nadie quedarse una semana encerrado en casa mirando al techo y preguntándose sobre el incierto futuro, en un arranque de los míos decidí comprarme un billete de tren a Hokkaido y me organicé sobre la marcha una escapada de una semana patrocinada por Lonely Carmen Travel Guides.

No es una iglesia esotérica ni la sede del Partido Comunista, sino la antigua fábrica de la famosa cerveza Sapporo, ¡viva!

Esta es la prueba de que la seguridad vial también puede ser kawaii...la verdad que yo después de ver a un rudo camionero conduciendo un trailer pintado de lila con peluches en las ventanas rebasé mi capacidad de sorpresa.


Otaru, una ciudad con encanto a unos 50 minutos en tren desde Sapporo. Esta foto es desde la Mansión del Arenque, un caserón de un comerciante adinerado del siglo XIX. La señora que guardaba la casa (un amor de mujer) por algún motivo me encontró graciosísima y me quería adoptar, así que se empeñó en vestirme de pescadora con el traje de época para hacerme una foto, que para evitar el escarnio público no será mostrada esta vez jejeje.

Esto es un ikura-don, plato típico de la zona. En Hokkaido está muy rico el pescado y sobre todo el salmón o ikura (huevas de salmón), a veces combinados como en este caso en forma de oyako-don (cuenco de "padre-hijo" por aquello de qué fue antes si el salmón o la hueva).

En el restaurante de la foto también me reí muchísimo porque la dueña del local me pidió ayuda desesperada para que hiciera de intérprete con otro guiri porque ella no hablaba inglés. Lo gracioso es que el tipo en cuestión se defendía en japonés, así que yo no llegué a hacer nada realmente. Pero por una parte él pareció bastante herido en su ego masculino americano singular y por otra la señora se comportaba como si le hubiera salvado la vida.

Como agradecimiento por mi "rescate" me invitó a probar algunas especialidades de marisco de la casa, como los calamares crudos o shiokara y otra cosa oscura con tentáculos que no llegué a identificar. Sospecho que esa era la segunda prueba para ver de qué madera estaba hecha, pero como me lo comí todo sin rechistar debí superarla, porque cuando llegó su marido empezó a contarle muy emocionada la versión extendida del director de cómo yo la había rescatado del malvado "gaijin" que no sabía hablar japonés en condiciones (la diferencia entre "gaijin" y "gaikokujin" en japonés es como entre "extranjero" y "guiri" en español), con lo cual la historia estaba tomando cada vez más tintes épicos y yo me empezaba a sentir en el poblado de los Ewoks...La señora le puso carita al marido de "¿nos la podemos quedar?", pero como este no pareció suficientemente conmovido proseguí mi aventura.

Escapada a Hokkaido

Pues como suele resultar muy bueno para la salud mental de nadie quedarse una semana encerrado en casa mirando al techo y preguntándose sobre el incierto futuro, en un arranque de los míos decidí comprarme un billete de tren a Hokkaido y me organicé sobre la marcha una escapada de una semana patrocinada por Lonely Carmen Travel Guides.

No es una iglesia esotérica ni la sede del Partido Comunista, sino la antigua fábrica de la famosa cerveza Sapporo, ¡viva!

Esta es la prueba de que la seguridad vial también puede ser kawaii...la verdad que yo después de ver a un rudo camionero conduciendo un trailer pintado de lila con peluches en las ventanas rebasé mi capacidad de sorpresa.


Otaru, una ciudad con encanto a unos 50 minutos en tren desde Sapporo. Esta foto es desde la Mansión del Arenque, un caserón de un comerciante adinerado del siglo XIX. La señora que guardaba la casa (un amor de mujer) por algún motivo me encontró graciosísima y me quería adoptar, así que se empeñó en vestirme de pescadora con el traje de época para hacerme una foto, que para evitar el escarnio público no será mostrada esta vez jejeje.

Esto es un ikura-don, plato típico de la zona. En Hokkaido está muy rico el pescado y sobre todo el salmón o ikura (huevas de salmón), a veces combinados como en este caso en forma de oyako-don (cuenco de "padre-hijo" por aquello de qué fue antes si el salmón o la hueva).

En el restaurante de la foto también me reí muchísimo porque la dueña del local me pidió ayuda desesperada para que hiciera de intérprete con otro guiri porque ella no hablaba inglés. Lo gracioso es que el tipo en cuestión se defendía en japonés, así que yo no llegué a hacer nada realmente. Pero por una parte él pareció bastante herido en su ego masculino americano singular y por otra la señora se comportaba como si le hubiera salvado la vida.

Como agradecimiento por mi "rescate" me invitó a probar algunas especialidades de marisco de la casa, como los calamares crudos o shiokara y otra cosa oscura con tentáculos que no llegué a identificar. Sospecho que esa era la segunda prueba para ver de qué madera estaba hecha, pero como me lo comí todo sin rechistar debí superarla, porque cuando llegó su marido empezó a contarle muy emocionada la versión extendida del director de cómo yo la había rescatado del malvado "gaijin" que no sabía hablar japonés en condiciones (la diferencia entre "gaijin" y "gaikokujin" en japonés es como entre "extranjero" y "guiri" en español), con lo cual la historia estaba tomando cada vez más tintes épicos y yo me empezaba a sentir en el poblado de los Ewoks...La señora le puso carita al marido de "¿nos la podemos quedar?", pero como este no pareció suficientemente conmovido proseguí mi aventura.

Un fin de semana con el Openmoko Neo FreeRunner

Después de una larguísima espera, por fin este viernes me llegó el Openmoko Neo Freerunner (de ahora en adelante el cacharro). Lo cierto es que ha pasado tanto tiempo que lo he pillado ciertamente con ganas. Por eso este fin de semana le he dedicado varios días a trastear con él. Antes de nada, tengo que hablar sobre mis nivel de conocimientos, para que se pueda valorar en su justa medida la dificultad. Soy un usuario experimentado de GNU/Linux, sobre todo Debian, y trabajo de programador, pero ni mucho menos puedo decir que sea un hacker. Tampoco había trasteado (mejor traducción que encuentro a hackear) nunca con ningún otro cacharro. Cuando alguien me ha preguntado sobre el teléfono, antes de tenerlo siempre he dicho que no es el teléfono que le recomendaría a mi hermana, por la sencilla razón de que si bien el hardware está preparado, con algún bug, el software todavía está en una fase temprana. Para haceros una idea, este fin de semana me he sentido como en los viejos tiempos de GNU/Linux, instalando, probando, particionando y leyendo muchos manuales, guías y COMOs. Afortunadamente, al contrario que en el mundo linuxero, la información está muy concentrada. Principalmente en el wiki de Openmoko, y también en las listas de correo (y aquí he de agradecer la sugerencia a GooZ). Como lo que viene promete ser largo, os voy adelantando conclusiones: al cacharro se le pueden meter distintas software stacks, que vendría a ser conjunto de software, algo entre distro y sistema de escritorio. En este fin de semana he probado 4: 2007.2, ASU (o 2008.8), ASU imagen de raster, y Qtopia. Para evitaros leeros todo el tostón, os diré que las tres primeras son lentas, incompletas y tienen fallos, mientras que la imagen de Qtopia funciona muy bien, muy suave y no parece fallar (si bien se pierden características como el GPS). Y ahora sí, empiezo pormenorizadamente día por día, para que cada uno, también, pueda sacar sus propias conclusiones.

Elige tu carnaza

Viendo la opinión que generalmente tienen muchos sobre Antena 3, lo que voy a contar no va a causar gran sorpresa. Aún así, el anuncio que he visto este jueves me ha cortado la comida. Recordemos, por si alguien lee esto pasado un tiempo, que el miércoles hubo un accidente de un avión que provocó [...]

Corramos libres (Openmoko Neo FreeRunner)

Ya está hecho. La semana pasada encargué el Neo FreeRunner en una tienda online francesa. Cuando lo tenga, analizaré aquí qué ventajas e inconvenientes tiene el teléfono. Por ahora, sólo puedo poner por qué me lo he dado el paso de comprármelo. Hace bastante tiempo, a finales del año pasado, mi móvil murió. Ni siquiera [...]

Tele-Exorcista

Primero fueron las pizzas, después el Camión del Tapicero...está claro que los servicios a domicilio es un sector en alza.

Lo cual, claro no es excusa para la tremenda patochada a la que vais a enfrentaros, pero no sabía muy bien cómo introducir el tema. El caso es que para cierta asignatura teníamos como tarea grabar un anuncio televisivo y encima contrarreloj porque estamos de exámenes finales. Así que la idea nació en mitad de un almuerzo bajo los rigores del bochorno veraniego...Además está el hecho de que posiblemente sea la peor actriz de la historia (pero es que hacía mucho calor y no quería tener que repetir la escena más veces, aparte del hecho de que me resulta imposible ponerme seria en ciertas situaciones), los problemas técnicos, que no había usado el Windows Movie Maker en mi vida...etc etc. Pero bueno, esto son las cosillas que otorgan el encanto de serie Z...Para colmo seguro que me gano (de nuevo) la desaprobación del sector conservador de la clase...¡qué cruz!

Señoras y señores, entre "Jesucristo Cazavampiros" y "Plan 9 del espacio exterior" se abre un hueco en la historia del cine..."¡Pro Exorcist!"



Y por si no ha habido ya suficiente escarnio general, si queréis más este es el "making of" que gentilmente hizo Martin del rodaje. Sorprendentemente después de hacerle repetir mil veces la escena de la baba blanca todavía le quedaron ganas...personalmente opino que es bastante más interesante que el propio anuncio :-)




Si consigo los enlaces, tiempo y permiso de sus autores, ya iré subiendo los anuncios de otros compañeros para que los veáis...