El plan contra los desahucios no salva de ellos, sólo los aplaza

Estoy leyendo con indignación el engaño de los decretos del gobierno contra los desaucios.

Desde luego, me temía como tantos que el PP no intentaría arreglar el problema, sino sólo hacer que pase el temporal mediático.

La letra pequeña, según la noticia, es que los dos años que se dan de margen no son para que la familia pueda buscar ingresos con los que pagar. Son dos años de vivir allí, y después a la calle, aunque hayas encontrado un curro estupendo. Efectivamente, durante esos dos años la propiedad de la vivienda será del banco, quien tendrá la gracia de dejarles vivir allí. Por un tiempo.

¿Dentro de dos años volverá la oleada de desahucios? Claro, pero imagino que el PP espera que para entonces la prensa no esté tan pendiente. Quien sabe, puede incluso que la economía se haya empezado a recuperar y la gente ya no se fije tanto en el drama de los que se quedan en la calle, o la PAH haya bajado la guardia, o quizás ya nos hayamos olvidado de la mujer que se tiró por la ventana.

14N: Trabajando

Hoy he estado trabajando duramente todo el día: me he quedado en casa.
Ser consecuente y consciente de que los derechos que tenemos no cayeron del cielo, y que poco a poco nos los están quitando, y utilizar la única herramienta hoy por hoy al alcance del trabajador se ha convertido en un arduo trabajo.

Luego, otro día, cuando querais, podemos debatir sobre lo corrompidos que están los sindicatos, lo tarde que llegan las propuesas, lo inútil de un sistema de protesta "obsoleto", lo poco que sirve esto... pero mientras tanto, mientras cambiamos todo eso de puertas para adentro, la única forma que tenemos de defendernos es esta.
Y si no nos gusta algo, sólo tenemos que dar un paso adelante y cambiarlo, y si no lo hacemos agachar la cabeza y tragar cuando nos despidan, no nos dejen coger todas las vacaciones, o nos obliguen a hacerlo en unas fechas determiandas, nos bajen el sueldo, nos presionen con objetivos en el trabajo o nos restrinjan los derechos de bajas (médicas,maternidad, atención a dependientes) y un largo etc.

Me he quedado especialmente por todos esos amigos y familiares que no pueden quedarse en casa por el miedo real a que, gracias a una reforma laboral aberrante, los manden  a casa sólo por ejercer su derecho a mostrar su desacuerdo.
Me he quedado porque ya he tenido ocasión de saborear los recortes en sanidad.
Me he quedado porque llevo desde septiembre cobrandole a la gente en la oficina unas tasas universitarias desorbitadas, unos recibos de luz disparatados e inasumibles.
Me he quedado porque cada mes me toca hacer reintegros de uno o dos euros, que es todo lo que le queda a muchas familias para subsistir hasta que llega el día de cobrar el paro, o la ayuda, será que de puro flojos prefieren pasar hambre a trabajar.
Me he quedado porque no paro de ingresar cheques de jornaleros que siguen yendo a Francia a trabajar, y de sacar tarjetas de crédito para universitarios que se marchan fuera a trabajar.
Me he quedado porque no soporto ver las noticias cada día.

Y me he quedado porque el día de mañana quiero tener la certeza de que hice todo lo que estuvo en mi mano.
Por desgracia, en días como hoy, a veces pienso que tenemos el país que nos merecemos, pero no quiero creerlo, y por eso sigo, una vez más quedándome en casa.

14N: Trabajando

Hoy he estado trabajando duramente todo el día: me he quedado en casa.
Ser consecuente y consciente de que los derechos que tenemos no cayeron del cielo, y que poco a poco nos los están quitando, y utilizar la única herramienta hoy por hoy al alcance del trabajador se ha convertido en un arduo trabajo.

Luego, otro día, cuando querais, podemos debatir sobre lo corrompidos que están los sindicatos, lo tarde que llegan las propuesas, lo inútil de un sistema de protesta "obsoleto", lo poco que sirve esto... pero mientras tanto, mientras cambiamos todo eso de puertas para adentro, la única forma que tenemos de defendernos es esta.
Y si no nos gusta algo, sólo tenemos que dar un paso adelante y cambiarlo, y si no lo hacemos agachar la cabeza y tragar cuando nos despidan, no nos dejen coger todas las vacaciones, o nos obliguen a hacerlo en unas fechas determiandas, nos bajen el sueldo, nos presionen con objetivos en el trabajo o nos restrinjan los derechos de bajas (médicas,maternidad, atención a dependientes) y un largo etc.

Me he quedado especialmente por todos esos amigos y familiares que no pueden quedarse en casa por el miedo real a que, gracias a una reforma laboral aberrante, los manden  a casa sólo por ejercer su derecho a mostrar su desacuerdo.
Me he quedado porque ya he tenido ocasión de saborear los recortes en sanidad.
Me he quedado porque llevo desde septiembre cobrandole a la gente en la oficina unas tasas universitarias desorbitadas, unos recibos de luz disparatados e inasumibles.
Me he quedado porque cada mes me toca hacer reintegros de uno o dos euros, que es todo lo que le queda a muchas familias para subsistir hasta que llega el día de cobrar el paro, o la ayuda, será que de puro flojos prefieren pasar hambre a trabajar.
Me he quedado porque no paro de ingresar cheques de jornaleros que siguen yendo a Francia a trabajar, y de sacar tarjetas de crédito para universitarios que se marchan fuera a trabajar.
Me he quedado porque no soporto ver las noticias cada día.

Y me he quedado porque el día de mañana quiero tener la certeza de que hice todo lo que estuvo en mi mano.
Por desgracia, en días como hoy, a veces pienso que tenemos el país que nos merecemos, pero no quiero creerlo, y por eso sigo, una vez más quedándome en casa.