Entre Osos y Unicornios

Continuando mi propósito de acumular experiencias curiosas, esta vez me vi en nada menos que en un partido de fútbol americano. Lo de curioso es porque a mí me interesan poco o nada los deportes, pero lo cierto es que si te regalan la entrada y encima vas de excursión al estadio con otros compañeros de la residencia, la oportunidad viene en bandeja. Curioso también tenía que resultar vernos como grupo, que parecíamos una embajada de las Naciones Unidas: Rusia, Brasil, India, México, Uzbekistán, Alemania y España y encima la verdad es que cada uno tenemos una pinta bastante estereotípica de nuestro país.

El partido era entre los equipos de fútbol americano de las universidades de Waseda y Keio, que por lo visto es un encuentro célebre porque tienen una rivalidad histórica en plan Oxford y Cambridge y aunque quizá en las fotos no se aprecie, había muchísima gente en el estadio a pesar de que era viernes a medio día y realmente todo estaba organizado de una manera muy profesional.


Como no podía ser de otra manera, si tienes fútbol americano, tienes que tener equipos de animadoras y si son japonesas tendrán que estar coordinadas a la perfección, es lo que tiene entrenar todos los días incluidos fines de semana llueva, nieve o truene o se tenga fiebre... Este es el equipo de animadoras de Waseda.



Los jugadores saliendo al campo. Los de rojo son el equipo de los Big Bears de Waseda y los de azul los Unicorns de Keio. Huelga decir que yo no me enteraba de nada y me tiré medio partido buscando el marcador. Al final el compañero mexicano nos explicó los rudimentos del juego a los profanos y empecé a entender un poquito por qué se daban tantas yoyitas.

Teddy Bears animando a los Big Bears :-)
Los Unicorns hablando de sus cositas.
Esta pose siempre me parece graciosa.
Pirámida de animadoras de Waseda. Hicieron muchas más piruetas, pero mi pobre cámara no dio más de sí.

Tras el partido (que según los entendidos estuvo emocionante aunque a mí se me hizo un poco largo y el cual por cierto ganaron nuestros aguerridos chicos de Waseda), la comisión de las Naciones Unidas nos fuimos a dar una vuelta por Shibuya y que los que faltaban por "movilizarse" pudieran comprarse un teléfono. Me dio mucha alegría ver que Shibuya estaba abarrotada y que su famoso cruce (ese que sale en todas las películas y que dicen que es el más transitado del mundo) estaba de nuevo totalmente animado. No es que sea (nada) amiga de las masas de gente, pero es muy buen síntoma ver que todo ha vuelto a la normalidad y que incluso la sobrecarcaga iluminación de los carteles luminosos y pantallas gigantes de los edificios vuelve a estar al 100%, aunque siga siendo contaminación lumínica. Eso es lo que intenté captar en la foto, pero desgraciadamente como ya he mencionado, mi cámara tiene limitaciones importantes y las fotos nocturnas son demasiado para ella. A ver si cobro la beca a mediados de mayo y empiezo a ahorrar para comprarme otra, porque todos lo vamos a agradecer, ¿verdad?

Por cierto que ya he tenido el primer contacto académico con mi facultad y es lo que pasa con las carreras de letras, que por muy internacional que se supone que sea una universidad, a ti te va a tocar chupártelo todo en versión original, lo cual está muy bien...cuando te enteras. El otro día tuve la orientación de los cursos de especialidad (es decir que te meten en una clase con los alumnos de doctorado japoneses y se espera de ti que sobrevivas como puedas) y fue un día intensivo de exprimirse el cerebro a base de bien. Tras la orientación de las clases, visita guiada e instrucciones de uso de los despachos, sala de reuniones, sala del departamento, diversas salas que no creo que vaya a volver a pisar en la vida (como la de creación de cine), explicación exhaustiva pero no por ello más inteligible de todas las bases de datos y sistemas informáticos y un largo etcétera, fuimos a la cena de bienvenida de nuevos alumnos de doctorado a un resturante chino (recordamos que aquí la comida china es de mejor calidad, será que está más cerca). Para colmo mi supervisora (que es quien se supone que tiene que aconsejarme y arroparme un poquito) está super ocupada de conferencias por Europa, así que para mi las sesiones orientativas fueron bastante desorientativas porque estaba más perdida que Wally. Menos mal que un compañero doctorando de curso superior se apiadó de mi ser y me echó una mano en lo que pudo porque en cuanto al resto de alumnos japoneses no se puede decir que fueran muy comunicativos y me miraban con más susto que otra cosa.

Esperaba que la cena fuera un lugar de distensión (como ocurría cuando estaba entre la gente de mi antigua empresa) pero curiosamente se convirtió en algo bastante estresante y no pude evitar echar terriblemente de menos a mis antiguos compañeros. Yo quería sentarme al lado del doctorando que SÍ me hablaba (y que es bastante majete por cierto) pero al final te tienes que sentar donde te toca y una vez que se te sienta un profesor al lado queda feo levantarse y salir corriendo, así que te resignas a tu suerte. El resumen de la cena podría explicarse así:

- Todo el mundo habla a mil palabras por minuto: -50 a la comprensión
- Hay otras 3 extranjeras en tu mesa: + 50 a la esperanza
- Las 3 son bilingües en japonés: -30 a la autoestima
-La chica coreana parece maja pero está en la otra punta de la mesa, la china no sabes por qué pero te mira como si se hubiera atragantado con un limón y no se digna a dirigirte la palabra y la rusa es muy amable pero habla en un tono de voz tan bajo que te preguntas si se estará comunicando con los murciélagos: -50 a la esperanza
-Al otro lado tienes al mencionado profesor que se pone a hablar ex-cátedra del aborto de la gallina (vamos, de su tema de investigación) y otros temas abstractos de oscuro vocabulario. -30 a la comprensión
-De vez en cuando le da pena tu cara de póker y se pone a preguntarte cosas +30 a la esperanza
-Pero tiene un oído sordo -10 a la comunicación
-El oído malo es el de tu lado -20 a la comunicación, + 30 al me-quiero-ir-a-mi-casa

Y así transcurrió la cena. Como mi supervisora no estaba y el resto de profesores y estudiantes eran de otras especialidades del departemento nadie sabía muy bien cómo hablar conmigo y yo había consumido la memoria RAM que me quedaba en la explicación de las bases de datos japonesas, así que tampoco estaba muy inspirada. La chica rusa se fugó antes incluso de los últimos platos (dichosa ella) y a cambio se me sentó al lado una japonesa, gesto que to interpreté erróneamente como "qué maja viene a hacerme compañía" y que resultó ser más bien que venía a hacerle la rosca al profesor no-estéreo que tenía sentado a mi otro lado y pasó de hablar conmigo tres kilos. Aguanté estoicamente hasta que terminó la cena pero cuando dijeron de ir a otro sitio a seguir de copazos mi saturación y yo nos fuimos a casa dejando por el camino una estela de humo de combustión cerebral.

Esto viene porque yo no quería tener que coger cursos de doctorado hasta haber hecho los 6 meses de japonés intensivo para subir el nivel (que a pesar de estar entre el 5 y el 6 de 8 según Waseda está resultando claramente insuficiente), pero por cuestiones académicas tengo que ir este semestre por narices al menos a una clase y un seminario que imparta mi profesora, esté preparada o no. Lo cual promete desde luego todo un mundo de emociones, pero como se suele decir lo que no te mata (aparte de engordar) te hace más fuerte.

A cambio con la gente de la residencia me lo he pasado muy bien estos días, parecen bastante agradables y por ahora hemos hecho buenas migas. Ayer de hecho el compañero indio nos invitó a arroz de tres colores con curry hecho por él y luego estuvimos todos tomando una cerveza juntos en la cafetería de la residencia. La cafetería recibe su nombre porque es la sala con máquinas de café y otras bebidas, no es una cafetería de verdad, pero es donde se hace la vida social de la residencia.

El 6 de mayo comenzarán las clases y los nuevos calentamientos de cabeza pero hasta entonces tenemos vacaciones que aprovecharé para ver a alguna gentecilla que todavía no he tenido oportunidad de saludar y pasarme por unas cuantas exposiciones que tengo pendientes. La verdad es que es una gozada tener una ciudad con una vida cultural tan hiperactiva que es prácticamente inabarcable, hace que merezca la pena incluso la combustión cerebral...

Primeras imágenes de la nueva madriguera


Foto que hice recién llegada. Como se puede observar, es una típica habitación de residencia con lo básico. La colcha está más o menos igual de arrugada de sentarme encima pero la estantería está algo más ordenada y clasificada temáticamente. Donde están las botellas ahora está mi super cocina de campaña, compuesta por una tostadora y un hervidor de agua, ¡con eso y el frigorífico que venía de serie puedo sobrevivir a un asedio!


El baño sin ducha, pero al menos tiene lo ensencial. Esta vez no tengo váter con botoncitos ni bañera que habla, pero a cambio no he tenido que ponerme a comprar muebles (recordemos que la primera noche en el otro apartamento tuve que dormir en el suelo) y sí ,ya sé que los japoneses tradicionalmente duermen en el suelo, pero al menos tienen la decencia de poner un tatami y un futón por medio...

Vista desde mi ventana.


 La puerta de mi habitación con el plano de las rutas y salidas de emergencia.


Obsérvese que una de las salidas de emergencia es por mi ventana y vivo en un tercero...esto me dio qué pensar en cuanto a mis posibilidades de supervivencia hasta que descubrí que hay una trampilla en la terraza que creo que despliega una escalerilla de emergencia, si funciona ya es otra cosa, pero aquí en cuanto haces algo raro empiezan a saltar las alarmas por todas partes así que mejor me estoy quietecita...


La cocina es la unica zona imprácticable para la vida diaria porque es común y por lo tanto está asquerosa. El primer día me asomé con aprensión y tuve las suelas pegajosas el resto del día, por no hablar del estado del microondas en el que (como ya le comenté a alguien) parecía que habían metido un gremlin...

Pero por suerte estoy en el paraíso de la comida para llevar y no cocinar no necesariamente significa comer mal, porque gracias a los kamis existen obentos tan monos y deliciosos como el de la foto en los supermercados. Además, alrededor de mi universidad hay más restaurantes pequeñitos y baratos de los que podré probar en toda mi estancia y como me da que voy a pasar muuuucho tiempo allí, ya tendré oportunidad de explorarlos.

Primeras imágenes de la nueva madriguera


Foto que hice recién llegada. Como se puede observar, es una típica habitación de residencia con lo básico. La colcha está más o menos igual de arrugada de sentarme encima pero la estantería está algo más ordenada y clasificada temáticamente. Donde están las botellas ahora está mi super cocina de campaña, compuesta por una tostadora y un hervidor de agua, ¡con eso y el frigorífico que venía de serie puedo sobrevivir a un asedio!


El baño sin ducha, pero al menos tiene lo ensencial. Esta vez no tengo váter con botoncitos ni bañera que habla, pero a cambio no he tenido que ponerme a comprar muebles (recordemos que la primera noche en el otro apartamento tuve que dormir en el suelo) y sí ,ya sé que los japoneses tradicionalmente duermen en el suelo, pero al menos tienen la decencia de poner un tatami y un futón por medio...

Vista desde mi ventana.


 La puerta de mi habitación con el plano de las rutas y salidas de emergencia.


Obsérvese que una de las salidas de emergencia es por mi ventana y vivo en un tercero...esto me dio qué pensar en cuanto a mis posibilidades de supervivencia hasta que descubrí que hay una trampilla en la terraza que creo que despliega una escalerilla de emergencia, si funciona ya es otra cosa, pero aquí en cuanto haces algo raro empiezan a saltar las alarmas por todas partes así que mejor me estoy quietecita...


La cocina es la unica zona imprácticable para la vida diaria porque es común y por lo tanto está asquerosa. El primer día me asomé con aprensión y tuve las suelas pegajosas el resto del día, por no hablar del estado del microondas en el que (como ya le comenté a alguien) parecía que habían metido un gremlin...

Pero por suerte estoy en el paraíso de la comida para llevar y no cocinar no necesariamente significa comer mal, porque gracias a los kamis existen obentos tan monos y deliciosos como el de la foto en los supermercados. Además, alrededor de mi universidad hay más restaurantes pequeñitos y baratos de los que podré probar en toda mi estancia y como me da que voy a pasar muuuucho tiempo allí, ya tendré oportunidad de explorarlos.

Primeras imágenes de la nueva madriguera


Foto que hice recién llegada. Como se puede observar, es una típica habitación de residencia con lo básico. La colcha está más o menos igual de arrugada de sentarme encima pero la estantería está algo más ordenada y clasificada temáticamente. Donde están las botellas ahora está mi super cocina de campaña, compuesta por una tostadora y un hervidor de agua, ¡con eso y el frigorífico que venía de serie puedo sobrevivir a un asedio!


El baño sin ducha, pero al menos tiene lo ensencial. Esta vez no tengo váter con botoncitos ni bañera que habla, pero a cambio no he tenido que ponerme a comprar muebles (recordemos que la primera noche en el otro apartamento tuve que dormir en el suelo) y sí ,ya sé que los japoneses tradicionalmente duermen en el suelo, pero al menos tienen la decencia de poner un tatami y un futón por medio...

Vista desde mi ventana.


 La puerta de mi habitación con el plano de las rutas y salidas de emergencia.


Obsérvese que una de las salidas de emergencia es por mi ventana y vivo en un tercero...esto me dio qué pensar en cuanto a mis posibilidades de supervivencia hasta que descubrí que hay una trampilla en la terraza que creo que despliega una escalerilla de emergencia, si funciona ya es otra cosa, pero aquí en cuanto haces algo raro empiezan a saltar las alarmas por todas partes así que mejor me estoy quietecita...


La cocina es la unica zona imprácticable para la vida diaria porque es común y por lo tanto está asquerosa. El primer día me asomé con aprensión y tuve las suelas pegajosas el resto del día, por no hablar del estado del microondas en el que (como ya le comenté a alguien) parecía que habían metido un gremlin...

Pero por suerte estoy en el paraíso de la comida para llevar y no cocinar no necesariamente significa comer mal, porque gracias a los kamis existen obentos tan monos y deliciosos como el de la foto en los supermercados. Además, alrededor de mi universidad hay más restaurantes pequeñitos y baratos de los que podré probar en toda mi estancia y como me da que voy a pasar muuuucho tiempo allí, ya tendré oportunidad de explorarlos.

Zombie Resurrection

 

Mis queridos zombis, es cierto que ha pasado mucho tiempo y muchas cosas. Tras haber dejado el blog en barbecho unos cuantos meses dejé Japón en marzo de 2010 y tras haber pasado un año en mi ciudad natal lleno de encuentros y desencuentros he vuelto por fin a Tokio hace poco más de una semana con una nueva beca  bajo el brazo y una nueva vida, de nuevo ¿a la tercera va la vencida?

Os podréis imaginar que la situación antes de venir ha estado bastante movida por el tsunami y que he recibido todo tipo de comentarios apocalípticos y disuasorios, pero ahora (insensata o no) estoy aquí y la verdad es que no se aprecian apenas cambios con el Tokio que conocía. Lo único que llama la atención (aparte de algunos terremotos pequeñitos que tenemos de vez en cuando) son  las cajas de colectas para los damnificados en todas partes y algunos grandes almacenes cierran una hora o dos antes para ahorrar electricidad. Pero por lo demás todo sigue igual e incluso ya todo el mundo bebe agua del grifo.

En fin, no sé qué traerá esta nueva etapa, pero por ahora me alegra haber venido. Ya he tenido mi reencuentro feliz con la comida y también mi reencuentro feliz con los kamis japoneses, ya que recién aterrizada fui al templo budista de Narita (de nombre Narita-san, que no es el señor Narita sino la montaña de Narita) y me salió en el omikuji (juego de adivinación de los templos) el mejor augurio hasta la fecha:  大吉 Daikichi, osea gran fortuna, ¡albricias! Siempre gusta saber que los dioses locales le dan a uno la bienvenida, ¿no? ;-)


Narita-san


 Las últimas flores de cerezo que pillé de milagro.


El feliz augurio del omikuji.

Zombie Resurrection

 

Mis queridos zombis, es cierto que ha pasado mucho tiempo y muchas cosas. Tras haber dejado el blog en barbecho unos cuantos meses dejé Japón en marzo de 2010 y tras haber pasado un año en mi ciudad natal lleno de encuentros y desencuentros he vuelto por fin a Tokio hace poco más de una semana con una nueva beca  bajo el brazo y una nueva vida, de nuevo ¿a la tercera va la vencida?

Os podréis imaginar que la situación antes de venir ha estado bastante movida por el tsunami y que he recibido todo tipo de comentarios apocalípticos y disuasorios, pero ahora (insensata o no) estoy aquí y la verdad es que no se aprecian apenas cambios con el Tokio que conocía. Lo único que llama la atención (aparte de algunos terremotos pequeñitos que tenemos de vez en cuando) son  las cajas de colectas para los damnificados en todas partes y algunos grandes almacenes cierran una hora o dos antes para ahorrar electricidad. Pero por lo demás todo sigue igual e incluso ya todo el mundo bebe agua del grifo.

En fin, no sé qué traerá esta nueva etapa, pero por ahora me alegra haber venido. Ya he tenido mi reencuentro feliz con la comida y también mi reencuentro feliz con los kamis japoneses, ya que recién aterrizada fui al templo budista de Narita (de nombre Narita-san, que no es el señor Narita sino la montaña de Narita) y me salió en el omikuji (juego de adivinación de los templos) el mejor augurio hasta la fecha:  大吉 Daikichi, osea gran fortuna, ¡albricias! Siempre gusta saber que los dioses locales le dan a uno la bienvenida, ¿no? ;-)


Narita-san


 Las últimas flores de cerezo que pillé de milagro.


El feliz augurio del omikuji.

Zombie Resurrection

 

Mis queridos zombis, es cierto que ha pasado mucho tiempo y muchas cosas. Tras haber dejado el blog en barbecho unos cuantos meses dejé Japón en marzo de 2010 y tras haber pasado un año en mi ciudad natal lleno de encuentros y desencuentros he vuelto por fin a Tokio hace poco más de una semana con una nueva beca  bajo el brazo y una nueva vida, de nuevo ¿a la tercera va la vencida?

Os podréis imaginar que la situación antes de venir ha estado bastante movida por el tsunami y que he recibido todo tipo de comentarios apocalípticos y disuasorios, pero ahora (insensata o no) estoy aquí y la verdad es que no se aprecian apenas cambios con el Tokio que conocía. Lo único que llama la atención (aparte de algunos terremotos pequeñitos que tenemos de vez en cuando) son  las cajas de colectas para los damnificados en todas partes y algunos grandes almacenes cierran una hora o dos antes para ahorrar electricidad. Pero por lo demás todo sigue igual e incluso ya todo el mundo bebe agua del grifo.

En fin, no sé qué traerá esta nueva etapa, pero por ahora me alegra haber venido. Ya he tenido mi reencuentro feliz con la comida y también mi reencuentro feliz con los kamis japoneses, ya que recién aterrizada fui al templo budista de Narita (de nombre Narita-san, que no es el señor Narita sino la montaña de Narita) y me salió en el omikuji (juego de adivinación de los templos) el mejor augurio hasta la fecha:  大吉 Daikichi, osea gran fortuna, ¡albricias! Siempre gusta saber que los dioses locales le dan a uno la bienvenida, ¿no? ;-)


Narita-san


 Las últimas flores de cerezo que pillé de milagro.


El feliz augurio del omikuji.

Hablemos de MODA

Bueno señores, ha llegado la hora de la verdad. Llevaba mucho tiempo queriendo escribir este post pero nunca me veía con fuerzas suficientes. Hoy he decidido intentar explicaros a qué clase de ecosistema tengo que enfrentarme...

Para empezar, lo primero que me sorprendió cuando desembarqué el año pasado es que a través de la imagen (desfasada) que me había llegado a través de los medios yo pensaba que estaba de moda la piel bronceada y resulta que lo que se lleva es la palidez tuberculosa. Muy rara vez se ve a una chica achicharrada por los rayos uva (normalmente combinado con una melena igualmente achicharrada en cardado rubio platino), pero en la inmensa mayoría de los casos las japonesas huyen de la luz del sol cual vampiros.

Para ello se valen de cremas-no-bronceadoras de factor total (no es cosa de broma: hay una marca tan agresiva como "Sun-killer") y otras que a mí me dan mucho respeto porque "blanquean la piel", que yo no sé si es que te carcomen la melanina o qué...Seguramente tuvieran mucho éxito entre los gotiquillos granadinos pero yo hay ciertas sustancias con las que prefiero no experimentar en mi cuerpo.

Además, cuando salen a la calle se protegen con 3 instrumentos básicos:

1) Sombreros y a las señoras parece gustarle especialmente las viseras. Las hay de muchas formas y tamaños, pero el otro día en un cruce me encontré con una señora que llevaba una visera negra hasta la barbilla y me di un buen susto, porque creía que me había topado con Darth Vader en bicicleta...

2)Manguitos/guantes largos. De riguroso negro, muy fresquitos para el verano. Menos mal que aquí casi siempre está nublado en esta época...

3) Parasol. Encantador revival de la Inglaterra victoriana, sí señor. Las primeras veces que veía en las tiendas todos esos parasoles negros llenos de encajes pensaba "pues sí que tienen tirón las gothic lolitas..." pero después me di cuenta de que eran de uso universal. Una vez una compañera que es muy maja cuando iba a salir a la calle me ofreció el suyo y yo pregunté toda inocente "ah, ¿es que está lloviendo?", así luego me extraña que no me tomen en serio. Igual está bien lo de la sombrilla portátil, pero bastante calvario tengo ya con los paraguas que me los voy dejando olvidados en todas partes...

Este es un ejemplo de lo que se suele llevar por aquí: bien tapaditas por arriba (el escote es una leyenda urbana), con blusones o vestiditos tipo premamá, pero por abajo no existen los shorts o minifalda demasiado cortos...lo cual demuestra que la moral es un concepto bien relativo.

Pero ¿qué ocurre cuando llevando una microfalda que sonrojaría a la yoli más descocada una intenta conducir una bici/sentarse en el tren/subir las escaleras mecánicas del metro/etc. sin hacer una exposición pública de tu ropa interior? Pues que tienes que sentarte con las rodillas juntas, más teniendo en cuenta que por algún motivo en Japón todavía no parecen haberse percatado del cambio generacional de estatura y todos los muebles están a altura pitufo.

¿Y qué ocurre si desde tu tierna infancia te acostumbras a esta postura patizamba?

Pues que te quedas patizampa. Y si combinas una estructura ósea como la del cangrejo de la Sirenita con unos taconazos de altura drag queen el resultado es el conocido efecto "Bambi-aprendiendo-a-andar", que más de un piñazo en las escaleras o zapato perdido entre vagón y andén he visto y demasiados pocos incidentes me parecen...

Algún degenerado (¡date por aludido, bellaco! :-P) declaró que le daban morbo estas cervatillas, pero a mí la verdad es que con esa imagen de indefensión más ganas de dan de darles una muleta o algo...

Antes solía pensar que era imposible llevar en la vida diaria taconazos como los de la foto, pero aquí desafían cada día la ley de la gravedad e incluso corren para coger el tren...no puedo dejar de maravillarme.

Un capítulo aparte merece sin duda la moda en uñas. No es que se lleven largas, es que lo de "uñas esculpidas" se lo toman al pie de la letra y se ponen de todo, hasta pedrería (seguro que alguna pita en los aeropuertos), además de que por supuesto las uñas postizas también están a la orden del día (así como las pestañas). A continuación unos cuantos ejemplos de una búsqueda al azar en la red, pero que no difieren mucho de lo que veo cada día en el metro:







Juro que he visto uñas de igual longitud a las de abajo y que sorprendentemente su portadora ¡todavía parecía conservar ambos ojos! Aunque claro, igual también tenía un ojo postizo, con esta gente nunca se sabe...

Para terminar, esta última foto ilustra la manera de llevar el bolso de las chicas japonesas, también conocida como "mano tonta". Si en la otra mano llevan bolsas de sus compras en la misma pose, tenemos dos "manos tontas". Lo cual sumado a las uñas de pedrería a lo Eduardo Manos Tijeras con las que debe quedar poca movilidad en los dedos, los andares de Bambi sobre taconazos que desafían la física, los manguitos, el parasol...pues el resultado es una preciosa muñequita recién sacada de la caja, pero poco más que eso. No puedo evitar preguntarme: ¿y esta es la evolución de las mujeres del siglo XXI en uno de los países supuestamente más avanzados del mundo?

Por supuesto no todas las mujeres son así, pero fácilmente a la que se sale del canon de la moda se la tacha de 男っぽい(otokoppoi) /男らしい(otokorashii), ambas igual a "marimacho", por lo que entonces lo mío ya no debe tener nombre...

Hace tiempo alguien de mi empresa me sugirió que por qué no iba a un salón de belleza cercano y probaba a arreglarme las uñas a la japonesa alguna vez. Como por supuesto se me desencajaron las facciones ante la idea, añadió como para consolarme "también te lo pueden hacer en negro"...

Normalmente me justificaba ante mi moda masculina/casual wear explicando que por el tipo de trabajo que tengo es mejor no llevar tacones de aguja porque son ganas de llamar al desastre (bastante me cuesta combatir la entropía en circunstancias normales), pero en realidad esa teoría pierde su fundamento cuando contemplas a mi jefa, esa criatura sobrenatural. Cuando la conoces piensas que es un ser adorable de cara angelical, pero no hay que dejarse engañar por sus post-it rosas en forma de corazón, porque es una persona de una eficiencia sobrehumana y una autoridad implacable. Entre sus habilidades extraterrenales se cuentan el porcentaje de error que tiende a cero, la capacidad de llegar impecable tras un vuelo intercontinental y el manejarse entre taladros y obras de arte con tacones altos y uñas esculpidas con mucha mayor soltura y gracia de la que yo tendré nunca.

Por cierto que volviendo a la Inglaterra victoriana, he recibido la invitación de una compañera de otra sección quien amablemente me ha propuesto ir a comer juntas mañana en la hora de descanso de medio día. Pero esto que podría parecer un acontecimiento relajado resulta un poco desconcertante cuando comienzas a recibir (y por lo tanto has de contestar) mensajes al móvil en un encorsetado lenguaje honorífico, que cualquiera diría que vas a tomar el té y pastas con la mismísima reina en palacio...


Y yo vuelvo a preguntarme...¿qué será de mí tras un año aquí?



---------------------------------------------------------------------------
(Sorry to all the photo owners because of my shameless plundering!)

Hablemos de MODA

Bueno señores, ha llegado la hora de la verdad. Llevaba mucho tiempo queriendo escribir este post pero nunca me veía con fuerzas suficientes. Hoy he decidido intentar explicaros a qué clase de ecosistema tengo que enfrentarme...

Para empezar, lo primero que me sorprendió cuando desembarqué el año pasado es que a través de la imagen (desfasada) que me había llegado a través de los medios yo pensaba que estaba de moda la piel bronceada y resulta que lo que se lleva es la palidez tuberculosa. Muy rara vez se ve a una chica achicharrada por los rayos uva (normalmente combinado con una melena igualmente achicharrada en cardado rubio platino), pero en la inmensa mayoría de los casos las japonesas huyen de la luz del sol cual vampiros.

Para ello se valen de cremas-no-bronceadoras de factor total (no es cosa de broma: hay una marca tan agresiva como "Sun-killer") y otras que a mí me dan mucho respeto porque "blanquean la piel", que yo no sé si es que te carcomen la melanina o qué...Seguramente tuvieran mucho éxito entre los gotiquillos granadinos pero yo hay ciertas sustancias con las que prefiero no experimentar en mi cuerpo.

Además, cuando salen a la calle se protegen con 3 instrumentos básicos:

1) Sombreros y a las señoras parece gustarle especialmente las viseras. Las hay de muchas formas y tamaños, pero el otro día en un cruce me encontré con una señora que llevaba una visera negra hasta la barbilla y me di un buen susto, porque creía que me había topado con Darth Vader en bicicleta...

2)Manguitos/guantes largos. De riguroso negro, muy fresquitos para el verano. Menos mal que aquí casi siempre está nublado en esta época...

3) Parasol. Encantador revival de la Inglaterra victoriana, sí señor. Las primeras veces que veía en las tiendas todos esos parasoles negros llenos de encajes pensaba "pues sí que tienen tirón las gothic lolitas..." pero después me di cuenta de que eran de uso universal. Una vez una compañera que es muy maja cuando iba a salir a la calle me ofreció el suyo y yo pregunté toda inocente "ah, ¿es que está lloviendo?", así luego me extraña que no me tomen en serio. Igual está bien lo de la sombrilla portátil, pero bastante calvario tengo ya con los paraguas que me los voy dejando olvidados en todas partes...

Este es un ejemplo de lo que se suele llevar por aquí: bien tapaditas por arriba (el escote es una leyenda urbana), con blusones o vestiditos tipo premamá, pero por abajo no existen los shorts o minifalda demasiado cortos...lo cual demuestra que la moral es un concepto bien relativo.

Pero ¿qué ocurre cuando llevando una microfalda que sonrojaría a la yoli más descocada una intenta conducir una bici/sentarse en el tren/subir las escaleras mecánicas del metro/etc. sin hacer una exposición pública de tu ropa interior? Pues que tienes que sentarte con las rodillas juntas, más teniendo en cuenta que por algún motivo en Japón todavía no parecen haberse percatado del cambio generacional de estatura y todos los muebles están a altura pitufo.

¿Y qué ocurre si desde tu tierna infancia te acostumbras a esta postura patizamba?

Pues que te quedas patizampa. Y si combinas una estructura ósea como la del cangrejo de la Sirenita con unos taconazos de altura drag queen el resultado es el conocido efecto "Bambi-aprendiendo-a-andar", que más de un piñazo en las escaleras o zapato perdido entre vagón y andén he visto y demasiados pocos incidentes me parecen...

Algún degenerado (¡date por aludido, bellaco! :-P) declaró que le daban morbo estas cervatillas, pero a mí la verdad es que con esa imagen de indefensión más ganas de dan de darles una muleta o algo...

Antes solía pensar que era imposible llevar en la vida diaria taconazos como los de la foto, pero aquí desafían cada día la ley de la gravedad e incluso corren para coger el tren...no puedo dejar de maravillarme.

Un capítulo aparte merece sin duda la moda en uñas. No es que se lleven largas, es que lo de "uñas esculpidas" se lo toman al pie de la letra y se ponen de todo, hasta pedrería (seguro que alguna pita en los aeropuertos), además de que por supuesto las uñas postizas también están a la orden del día (así como las pestañas). A continuación unos cuantos ejemplos de una búsqueda al azar en la red, pero que no difieren mucho de lo que veo cada día en el metro:







Juro que he visto uñas de igual longitud a las de abajo y que sorprendentemente su portadora ¡todavía parecía conservar ambos ojos! Aunque claro, igual también tenía un ojo postizo, con esta gente nunca se sabe...

Para terminar, esta última foto ilustra la manera de llevar el bolso de las chicas japonesas, también conocida como "mano tonta". Si en la otra mano llevan bolsas de sus compras en la misma pose, tenemos dos "manos tontas". Lo cual sumado a las uñas de pedrería a lo Eduardo Manos Tijeras con las que debe quedar poca movilidad en los dedos, los andares de Bambi sobre taconazos que desafían la física, los manguitos, el parasol...pues el resultado es una preciosa muñequita recién sacada de la caja, pero poco más que eso. No puedo evitar preguntarme: ¿y esta es la evolución de las mujeres del siglo XXI en uno de los países supuestamente más avanzados del mundo?

Por supuesto no todas las mujeres son así, pero fácilmente a la que se sale del canon de la moda se la tacha de 男っぽい(otokoppoi) /男らしい(otokorashii), ambas igual a "marimacho", por lo que entonces lo mío ya no debe tener nombre...

Hace tiempo alguien de mi empresa me sugirió que por qué no iba a un salón de belleza cercano y probaba a arreglarme las uñas a la japonesa alguna vez. Como por supuesto se me desencajaron las facciones ante la idea, añadió como para consolarme "también te lo pueden hacer en negro"...

Normalmente me justificaba ante mi moda masculina/casual wear explicando que por el tipo de trabajo que tengo es mejor no llevar tacones de aguja porque son ganas de llamar al desastre (bastante me cuesta combatir la entropía en circunstancias normales), pero en realidad esa teoría pierde su fundamento cuando contemplas a mi jefa, esa criatura sobrenatural. Cuando la conoces piensas que es un ser adorable de cara angelical, pero no hay que dejarse engañar por sus post-it rosas en forma de corazón, porque es una persona de una eficiencia sobrehumana y una autoridad implacable. Entre sus habilidades extraterrenales se cuentan el porcentaje de error que tiende a cero, la capacidad de llegar impecable tras un vuelo intercontinental y el manejarse entre taladros y obras de arte con tacones altos y uñas esculpidas con mucha mayor soltura y gracia de la que yo tendré nunca.

Por cierto que volviendo a la Inglaterra victoriana, he recibido la invitación de una compañera de otra sección quien amablemente me ha propuesto ir a comer juntas mañana en la hora de descanso de medio día. Pero esto que podría parecer un acontecimiento relajado resulta un poco desconcertante cuando comienzas a recibir (y por lo tanto has de contestar) mensajes al móvil en un encorsetado lenguaje honorífico, que cualquiera diría que vas a tomar el té y pastas con la mismísima reina en palacio...


Y yo vuelvo a preguntarme...¿qué será de mí tras un año aquí?



---------------------------------------------------------------------------
(Sorry to all the photo owners because of my shameless plundering!)

Hablemos de MODA

Bueno señores, ha llegado la hora de la verdad. Llevaba mucho tiempo queriendo escribir este post pero nunca me veía con fuerzas suficientes. Hoy he decidido intentar explicaros a qué clase de ecosistema tengo que enfrentarme...

Para empezar, lo primero que me sorprendió cuando desembarqué el año pasado es que a través de la imagen (desfasada) que me había llegado a través de los medios yo pensaba que estaba de moda la piel bronceada y resulta que lo que se lleva es la palidez tuberculosa. Muy rara vez se ve a una chica achicharrada por los rayos uva (normalmente combinado con una melena igualmente achicharrada en cardado rubio platino), pero en la inmensa mayoría de los casos las japonesas huyen de la luz del sol cual vampiros.

Para ello se valen de cremas-no-bronceadoras de factor total (no es cosa de broma: hay una marca tan agresiva como "Sun-killer") y otras que a mí me dan mucho respeto porque "blanquean la piel", que yo no sé si es que te carcomen la melanina o qué...Seguramente tuvieran mucho éxito entre los gotiquillos granadinos pero yo hay ciertas sustancias con las que prefiero no experimentar en mi cuerpo.

Además, cuando salen a la calle se protegen con 3 instrumentos básicos:

1) Sombreros y a las señoras parece gustarle especialmente las viseras. Las hay de muchas formas y tamaños, pero el otro día en un cruce me encontré con una señora que llevaba una visera negra hasta la barbilla y me di un buen susto, porque creía que me había topado con Darth Vader en bicicleta...

2)Manguitos/guantes largos. De riguroso negro, muy fresquitos para el verano. Menos mal que aquí casi siempre está nublado en esta época...

3) Parasol. Encantador revival de la Inglaterra victoriana, sí señor. Las primeras veces que veía en las tiendas todos esos parasoles negros llenos de encajes pensaba "pues sí que tienen tirón las gothic lolitas..." pero después me di cuenta de que eran de uso universal. Una vez una compañera que es muy maja cuando iba a salir a la calle me ofreció el suyo y yo pregunté toda inocente "ah, ¿es que está lloviendo?", así luego me extraña que no me tomen en serio. Igual está bien lo de la sombrilla portátil, pero bastante calvario tengo ya con los paraguas que me los voy dejando olvidados en todas partes...

Este es un ejemplo de lo que se suele llevar por aquí: bien tapaditas por arriba (el escote es una leyenda urbana), con blusones o vestiditos tipo premamá, pero por abajo no existen los shorts o minifalda demasiado cortos...lo cual demuestra que la moral es un concepto bien relativo.

Pero ¿qué ocurre cuando llevando una microfalda que sonrojaría a la yoli más descocada una intenta conducir una bici/sentarse en el tren/subir las escaleras mecánicas del metro/etc. sin hacer una exposición pública de tu ropa interior? Pues que tienes que sentarte con las rodillas juntas, más teniendo en cuenta que por algún motivo en Japón todavía no parecen haberse percatado del cambio generacional de estatura y todos los muebles están a altura pitufo.

¿Y qué ocurre si desde tu tierna infancia te acostumbras a esta postura patizamba?

Pues que te quedas patizampa. Y si combinas una estructura ósea como la del cangrejo de la Sirenita con unos taconazos de altura drag queen el resultado es el conocido efecto "Bambi-aprendiendo-a-andar", que más de un piñazo en las escaleras o zapato perdido entre vagón y andén he visto y demasiados pocos incidentes me parecen...

Algún degenerado (¡date por aludido, bellaco! :-P) declaró que le daban morbo estas cervatillas, pero a mí la verdad es que con esa imagen de indefensión más ganas de dan de darles una muleta o algo...

Antes solía pensar que era imposible llevar en la vida diaria taconazos como los de la foto, pero aquí desafían cada día la ley de la gravedad e incluso corren para coger el tren...no puedo dejar de maravillarme.

Un capítulo aparte merece sin duda la moda en uñas. No es que se lleven largas, es que lo de "uñas esculpidas" se lo toman al pie de la letra y se ponen de todo, hasta pedrería (seguro que alguna pita en los aeropuertos), además de que por supuesto las uñas postizas también están a la orden del día (así como las pestañas). A continuación unos cuantos ejemplos de una búsqueda al azar en la red, pero que no difieren mucho de lo que veo cada día en el metro:







Juro que he visto uñas de igual longitud a las de abajo y que sorprendentemente su portadora ¡todavía parecía conservar ambos ojos! Aunque claro, igual también tenía un ojo postizo, con esta gente nunca se sabe...

Para terminar, esta última foto ilustra la manera de llevar el bolso de las chicas japonesas, también conocida como "mano tonta". Si en la otra mano llevan bolsas de sus compras en la misma pose, tenemos dos "manos tontas". Lo cual sumado a las uñas de pedrería a lo Eduardo Manos Tijeras con las que debe quedar poca movilidad en los dedos, los andares de Bambi sobre taconazos que desafían la física, los manguitos, el parasol...pues el resultado es una preciosa muñequita recién sacada de la caja, pero poco más que eso. No puedo evitar preguntarme: ¿y esta es la evolución de las mujeres del siglo XXI en uno de los países supuestamente más avanzados del mundo?

Por supuesto no todas las mujeres son así, pero fácilmente a la que se sale del canon de la moda se la tacha de 男っぽい(otokoppoi) /男らしい(otokorashii), ambas igual a "marimacho", por lo que entonces lo mío ya no debe tener nombre...

Hace tiempo alguien de mi empresa me sugirió que por qué no iba a un salón de belleza cercano y probaba a arreglarme las uñas a la japonesa alguna vez. Como por supuesto se me desencajaron las facciones ante la idea, añadió como para consolarme "también te lo pueden hacer en negro"...

Normalmente me justificaba ante mi moda masculina/casual wear explicando que por el tipo de trabajo que tengo es mejor no llevar tacones de aguja porque son ganas de llamar al desastre (bastante me cuesta combatir la entropía en circunstancias normales), pero en realidad esa teoría pierde su fundamento cuando contemplas a mi jefa, esa criatura sobrenatural. Cuando la conoces piensas que es un ser adorable de cara angelical, pero no hay que dejarse engañar por sus post-it rosas en forma de corazón, porque es una persona de una eficiencia sobrehumana y una autoridad implacable. Entre sus habilidades extraterrenales se cuentan el porcentaje de error que tiende a cero, la capacidad de llegar impecable tras un vuelo intercontinental y el manejarse entre taladros y obras de arte con tacones altos y uñas esculpidas con mucha mayor soltura y gracia de la que yo tendré nunca.

Por cierto que volviendo a la Inglaterra victoriana, he recibido la invitación de una compañera de otra sección quien amablemente me ha propuesto ir a comer juntas mañana en la hora de descanso de medio día. Pero esto que podría parecer un acontecimiento relajado resulta un poco desconcertante cuando comienzas a recibir (y por lo tanto has de contestar) mensajes al móvil en un encorsetado lenguaje honorífico, que cualquiera diría que vas a tomar el té y pastas con la mismísima reina en palacio...


Y yo vuelvo a preguntarme...¿qué será de mí tras un año aquí?



---------------------------------------------------------------------------
(Sorry to all the photo owners because of my shameless plundering!)